Paysandú, Viernes 19 de Febrero de 2010
Opinion | 14 Feb La aprobación en la Junta Departamental del mensaje enviado a último momento por la intendenta Helena Heinzen, por el que se dispone la creación de tres alcaldías o concejos locales desconcentrados electivos en Paysandú, ha sido el corolario de un proceso iniciado en diciembre en la fuerza de gobierno, que a nuestro juicio evaluó equivocadamente desde un primer momento el escenario del interior departamental, y ello fue determinante para el tratamiento desprolijo y a contramano de la realidad de una problemática que debe ser analizada desde diferentes áreas.
Por un lado, debe ponerse en claro que la Ley Nº 18.567, del 13 de setiembre de 2009, dispone la creación de las denominadas alcaldías, que son en realidad concejos locales de cinco miembros, a cuyos presidentes se denomina alcaldes, con funciones ejecutivas y de representación del órgano colegiado.
Pero en realidad poco y nada aporta desde el punto de vista de la descentralización, si se tiene en cuenta que la “alcaldía” mantiene un vínculo jerárquico con el intendente, desde que éste puede dejar sin efecto las resoluciones de los concejos locales, invocando razones de conveniencia, ilegalidad y/o oportunidad, fija los recursos financieros, humanos y materiales y que además el concejo no tiene funciones de gobierno, sino de tipo administrativo.
Pero si el actual gobierno nacional y el departamental entienden que con este nuevo ordenamiento administrativo realmente se jerarquiza y potencia una localidad del interior profundo, y que en verdad es un instrumento de descentralización invaluable, corresponde entonces adjudicar las alcaldías a poblaciones estratégicas y merecedoras de tal distinción, sin relegar ninguna por el simple hecho que el mínimo de concejos determinados por ley sean dos. Y es en este aspecto donde a nuestro entender estuvo el mayor error cometido por la fuerza de gobierno encabezada por el ex intendente Julio Pintos, y que fuera enmendado recientemente por la actual intendenta Helena Heinzen.
Es que el mensaje pidiendo la anuencia para la creación de las alcaldías solo en Guichón y Porvenir fue toda una sorpresa para los sanduceros, porque si bien no puede haber discusión respecto a la primera, nadie que conozca la realidad del departamento puede dudar que villa Quebracho debería ser la segunda, sin por ello tener en menos a Porvenir, naturalmente. En este análisis hay que considerar en primera instancia la gravitación y proyección de las localidades, su historia, su evolución económica y la distancia de la capital que justifique un gobierno autónomo. Quebracho como centro poblado aspira legítimamente a elevar su categoría de villa a ciudad, su población está en crecimiento y cada vez más cerca de los números de Guichón, es un polo indiscutido de desarrollo productivo y turístico que incluso se aventuró en su momento a montar una industria modelo como lo fue la hoy desaparecida Coleque. Se sobrepuso a la adversidad apuntando hacia el turismo impulsando con su voz a las termas de Guaviyú y al Saladero homónimo –siempre olvidado por el centralismo departamental--, las explotaciones agrícolas, el tambo, la forestación, las plantaciones de cítricos y arándanos, entre otros emprendimientos. Los ciudadanos de Quebracho tienen identidad propia y desde siempre bregaron por mayor autonomía. Por su parte Porvenir tiene un padrón electoral mayor, pero en los hechos es y seguirá siendo altamente dependiente de la capital por su proximidad, donde los suburbios del poblado se fusionan con los de Paysandú, además de que si la Intendencia funciona como debe ser, nada le cuesta atender esa zona como corresponde.
Es por lo tanto una absoluta falta de sentido común el haber soslayado estos aspectos y presentar solo dos alcaldías, dejando afuera a Quebracho, en lo que es a la vez una flagrante desconsideración hacia los habitantes de una pujante localidad justo cuando está a punto de cumplir sus cien años.
La intendenta Heinzen tuvo la virtud de reconocer esta realidad y en una valiente decisión enmendó el error conminando a sus ediles a respaldar una tercera alcaldía, un acto que demuestra independencia de pensamiento antes que continuidad y principios por sobre la mal entendida disciplina partidaria. Pero no sin generar un escenario de fricción y duros choques en la interna de la fuerza de gobierno, desde que la Mesa Política respaldó la visión original de Pintos, y a la vez sus ediles desconocieron la decisión de este órgano y votaron por las tres alcaldías.
Y como bien señaló uno de los ediles oficialistas al término de la sesión, habrá costos políticos que asumir por esta manifiesta desobediencia --que al fin y al cabo fue inducida por una visión política a contramano de la realidad--, pero siempre será mejor que enfrentar la justificada bronca de los quebrachenses.
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