Paysandú, Viernes 19 de Febrero de 2010
Locales | 19 Feb Cuando uno regresa a ciertos lugares imagina cambios y mejoras. No es el caso de La Tentación, a 25 kilómetros al este de pueblo Porvenir, cuyos habitantes supieron de buenos tiempos y de fecunda producción agrícola, que se recuerdan a través de descolgados relatos que han ido perdiendo consistencia con el paso del tiempo.
Las plantaciones de remolacha azucarera motivaron la construcción de dos complejos de Mevir. En tanto, una usina reductora de UTE, una comisaría, una escuela pública con liceo rural, un salón comunal, una capilla y una policlínica completaron la vida de este centro poblado que está de cruce entre Porvenir y Piedras Coloradas pero que, a excepción de los productores de la zona, ya casi nadie visita. Llegó a contar con servicio de transporte de pasajeros, aunque eso también forma parte de la historia reciente del pueblo.
Transitando por sus calles internas –que exhiben un avanzado deterioro, pues fueron pavimentadas cuando las plantaciones de remolacha generaban movimiento en el área-- no se ve a nadie. Los vecinos de mayor edad madrugan, cumpliendo ciertas rutinas que los han mantenido activos. Una radio encendida a considerable volumen se escucha desde lejos. Un hombre da de comer a gallinas y pollos, y un matrimonio sentado debajo de un parral, tomando mate, se transforma rápidamente en tímida señal de que allí todavía hay gente.
En cambio, por esta época del año, los jóvenes solo aparecen por las noches porque --como dijo alguien al cruce-- “se la pasan durmiendo todo el santo día”. Es que aquí no existen actividades recreativas y son muy pocas las veces en el año en las que la gente se reúne por algún motivo, tal vez un acto en la escuela o una jineteada.
Los dos complejos Mevir, con un total de 62 casas, revelan otra triste realidad, pues algunas viviendas vacías son la contundente señal de que sus habitantes se fueron en busca de otros rumbos. Los pastizales que rodean a la plazoleta principal “Alfredo Ferraris Pedoja” acentúan el grado de abandono.
La Tentación supo de buenos tiempos, en que el desarrollo mantuvo inquietos y ocupados a sus pobladores hasta mediados de los años 90, cuando se liquidó la producción de remolacha. Muchos de esos habitantes llegaron desde otras tierras, seducidos por la posibilidad de encarar proyectos de vida. Pero todo eso ya es historia.
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