Paysandú, Lunes 22 de Febrero de 2010
Policiales | 19 Feb La Justicia procesó nuevamente al peligroso delincuente de 53 años, Juan José Noble Barboza, homicida del propietario de una casa de citas en 1995 y autor de dos violentas rapiñas perpetradas en nuestra ciudad en los últimos meses. El delincuente, apodado “Pusuca”, se había fugado desde la cárcel de Salto en 1997 y muchos lo daban por muerto. Sin embargo, un efectivo de la Seccional Segunda de Policía lo reconoció y dio inicio a una minuciosa investigación que concluyó ayer con el referido fallo judicial y el reintegro del homicida y rapiñero a la cárcel de Salto.
Los antecedentes de la investigación desarrollada en las últimas semanas por la Seccional Segunda se remontan a la lluviosa noche del 6 de octubre de 1995, cuando una pareja que llegó hasta una conocida casa de citas ubicada en Setembrino Pereda y Charrúas (“La Cigarra”) encontró el cadáver del propietario del negocio, Ruperto Ruiz Solís, quien yacía en medio de un charco de sangre, víctima de un balazo en el pecho efectuado con un revólver calibre .22. La investigación avanzó considerablemente con el hallazgo del arma homicida en una finca del barrio Sur, pero el autor del crimen cayó dos años más tarde en la República Argentina, desde donde fue extraditado a nuestro país. Se trataba de Juan José Noble Barboza, de 38 años, apodado “Pusuca”, quien fue procesado y condenado a 12 años de prisión, y enviado al Penal de Libertad, desde donde fue trasladado a la cárcel de Salto. No obstante, tras cumplir apenas dos años de condena se fugó y nunca más se supo de él. En principio se especuló con que habría escapado hacia la República Argentina, pero conforme pasaron los años llegó a dárselo por muerto. Más de un década después, en el marco de la investigación de dos rapiñas, Paysandú volvería a tener noticias del homicida.
Violentas rapiñas
A finales de diciembre de 2009 dos violentas rapiñas, cometidas en forma casi consecutiva, conmovieron a la opinión pública sanducera, ya que en ambas oportunidades el sospechoso actuó a cara descubierta y con extrema brutalidad.
De acuerdo a información extraoficial obtenida oportunamente por EL TELEGRAFO, el 29 de diciembre, próximo a la una de la tarde, la tranquilidad de una finca ubicada en las inmediaciones de Entre Ríos y Artigas se vio repentinamente conmovida por la irrupción de un sujeto armado con un revólver. El dueño de casa había salido y dejado a sus tres hijos (dos niños de 9 y 12 años y una adolescente de 17) al cuidado de una señora. El intruso ingresó a la vivienda y encañonó a la mujer, al tiempo que preguntaba insistentemente por el propietario de la finca, a quien identificó por su apodo.
Mientras el copador seguía amenazando a la mujer y registrando parte de la casa, en uno de los dormitorios de la planta alta la adolescente terminaba de vestirse. Escuchó ruidos, se asomó por las escaleras y vio lo que estaba sucediendo, así que tomó el teléfono y se comunicó con su padre, quien en ese momento conducía su camioneta acompañado por su padre. La joven le alertó respecto a lo que sucedía en la planta baja, pero en ese momento el delincuente, llevando consigo a la mujer, ascendió por las escaleras y apuntó con el revólver a los tres menores, amenazándolos de muerte si no le entregaban dinero. Luego de mantener un breve altercado verbal con sus víctimas, el intruso abandonó el lugar, en el preciso momento en que el dueño de casa llegaba en su camioneta.
Lejos de intimidarse, el delincuente se acercó al vehículo y revólver en mano se dirigió directamente al conductor. “A vos te estaba esperando”, le dijo y tras colocarle el arma en la cabeza le exigió dinero. El hombre dijo no llevar nada encima, pero su padre, que viajaba en el asiento del acompañante, intentó mediar, pero a cambio recibió amenazas y un culatazo en el rostro que le produjo una lesión en la boca. Finalmente el ladrón obtuvo un anillo de elevado valor y una exigua suma de dinero, para darse luego a la fuga en dirección al oeste. Un móvil de la Seccional Segunda acudió y se entrevistó con el dueño de casa, para luego instalar un amplio operativo de búsqueda que no arrojó resultados. La descripción aportada por las víctimas no permitió identificar al sospechoso, circunstancia que desde el principio desconcertó a los investigadores.
Un día difícil
Los efectivos de la Seccional Segunda aún buscaban al copador de la vivienda cuando pocas horas más tarde, próximo a las 21.30, una frutería ubicada en Doctor Roldán entre Batalla de las Piedras y Ayuí era objeto de un ataque de similares características. Según información extraoficial surgida esa misma noche, un sujeto armado con un revólver y a cara descubierta amenazó al propietario, a la cajera y a un empleado, para fugarse luego con 20.000 pesos y 500 dólares. Efectivos de la Seccional Primera y de Radio Patrulla recorrieron los alrededores de la frutería, así como la zona de los barrios P-3 y Curupí, pero no pudieron dar con el rapiñero. Las víctimas aportaron una descripción del sospechoso, pero nuevamente la Policía no logró asociarla con ningún delincuente que operara en la zona.
Un giro inesperado
Las semanas pasaron y el personal de las seccionales Primera y Segunda, así como de la Dirección de Investigaciones continuaba desconcertado. Sin embargo, a principios de febrero, un efectivo de la Seccional Segunda se entrevistó cono sus superiores para compartir una información inquietante. El policía estaba convencido de haberse cruzado en más de una oportunidad con quien parecía ser Juan José Noble Barboza, fugado desde Salto hacía más de una década y, según muchos, ya fallecido. El dato despertó una corazonada en los investigadores, pero aún faltaba corroborar su veracidad. Luego de varios días de vigilancia, los efectivos de la Seccional Segunda interceptaron al sospechoso en la zona de avenida Soriano e Independencia, en momentos en que se desplazaba en una moto roja. En colaboración con sus pares de Radio Patrulla lo trasladaron a la seccional y allí terminaron de convencerse de que estaban una vez más ante el “Pusuca”, homicida de Ruperto Ruiz Solís hacía nada menos que quince años. El detenido, con algunos quilos más y menos cabello que en aquella época, fue nuevamente prontuariado en la Dirección de Investigaciones y enviado a Salto, mientras en la Seccional Segunda cobraba fuerza la hipótesis de que se estaba ante el autor de ambas rapiñas. Las víctimas fueron nuevamente citadas a la comisaría y en esta ocasión, al ver las nuevas fotografías tomadas al sospechoso, reconocieron plenamente al rapiñero, quien en las últimas horas fue nuevamente trasladado a nuestra ciudad. Ayer por la mañana, luego de prestar declaración y ser plenamente identificado por varios testigos, el juez penal de Cuarto Turno, Pablo Dalera, lo procesó con prisión por dos delitos de rapiña especialmente agravados en reiteración real y un delito de lesiones personales. No obstante, en el transcurso de las actuaciones, el detenido amenazó de muerte a un efectivo de la Seccional Segunda, así como a su familia. El hecho fue constatado por la jueza Blanca Rieiro, quien le añadió otro procesamiento con prisión por amenazas. La investigación permitió resolver dos graves delitos y al mismo tiempo disipar el misterio que rodeaba a la figura de este tristemente célebre delincuente, dado por muerto durante varios años. Cómo y cuándo ingresó nuevamente a nuestro país también permanece bajo el signo de lo probable, ya que no existen registros de migraciones que certifiquen sus movimientos. No obstante, trascendió que en algún momento estuvo recluido en la Cárcel de Devoto, en Buenos Aires, lo que explicaría su aparente alejamiento del delito durante estos años. Ayer el “Pusuca” regresó a la cárcel de Salto, un establecimiento que alguna vez no fue capaz de retenerlo por mucho tiempo.
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