Paysandú, Viernes 26 de Febrero de 2010
Locales | 26 Feb Muchos han sido los pueblos que a lo largo de la historia de la humanidad han festejado la cosecha de la vid. “La vendimia” sintetiza tradiciones, supersticiones, costumbres y mitos. Una particular mezcla de creencias que forman parte intransferible de la historia no escrita en el desarrollo social de los pueblos.
El cultivo de la vid y la industrialización de sus frutos es mucho más que una actividad económica, es la verdadera expresión popular del sentimiento de amor y pertenencia hacia el trabajo y la riqueza colectiva.
La siembra y la cosecha son una clave secreta de la vida de quienes quieren y respetan a la madre tierra. Una vida marcada por el esfuerzo necesario de aquellos que desean saborear la calidad del fruto cortado.
Paysandú tiene una larga tradición en la producción de buenos vinos. Por tal motivo la sección Interior de EL TELEGRAFO visitó a uno de los productores que cuenta con una arraigada tradición familiar en la producción vitivinícola en la zona de ruta 90. Leonardo Falcone aceptó contarnos parte del significado de uno de los momentos más importantes en el proceso productivo de lo que en un futuro se transforma en un buen vino de mesa.
La vendimia comienza en junio, tiempo que se empieza con la poda. Ahí se prepara el viñedo para los kilos que se pretenden cosechar y para la calidad de uva que se quiere sacar. “La calidad es fundamental”, comienza narrando Leonardo. “Más en los casos que se exportan a mercados exigentes y los controles de calidad son fundamentales durante este proceso. El viñedo se debe preparar por mitad de año. Merlot, Tannat y Chardonnay son algunas de las variedades de uva que se producen. Hay que ir haciendo un buen manejo del viñedo con el seguimiento correspondiente”. Esta instancia puede demandar la participación de entre unas 30 o 40 personas. Ello “varía según la cantidad de hectáreas a cosechar y se distribuye entre fleteros, cargadores y cortadores. Esa cantidad contempla a los avocados a la poda, limpieza y el cuidado durante el año”.
Inevitable fue recordar otros tiempos, aunque Leonardo no duda en afirmar que “de aquellas recordadas vendimias a las actuales, la historia no ha cambiado mucho”. Mientras recorríamos el viñedo el productor hizo referencia a los últimos temporales. “Al mal tiempo, buena cara. Hay que tener presente que hoy estoy levantando el fruto que me costó meses de dedicación, cuidado y mucho trabajo”, explicó.
“A veces son las 8 o 9 de la noche y estamos en el campo curando y para ello no hay horarios. El clima te marca el tiempo de trabajo. Más con este temporal que tuvimos. Si tienes solo cuatro horas hay que aprovecharlas. Si al día siguiente solo contamos con una hora de sol, hay que salir igual. Acá está el fruto”, remarcó. “La maduración de la uva ayuda para el tipo de vino que nuestra bodega elabora. Ahora estamos cosechando a una graduación que no estamos acostumbrados. De todos modos estas uvas están bien para el tipo de vinos que producimos tales como el Merlot, Tannat, Cabernet Sauvignon o Cabernet Fram. Para nosotros esta vendimia es una fiesta, porque ver cosechar con todos estos problemas climáticos resulta una gran alegría”.
“Cada planta puede dar hasta un kilo o un kilo y medio, y hasta un poco más también. Pero hay que trabajarla para no agotarla. Se tienen que ralear para ordenarlas y que no se amontonen. Hubo un viento de 140 kilómetros y lastimó un poco a la uva”. En cuanto al consumidor Leonardo comentó que “nadie sabe lo que hay detrás del telón. Vos destapas una botella y se tiene que disfrutar. Apreciar los aromas y el cuerpo del vino, y compartir en familia y con amigos. El vino en el mundo es un complemento de ciertos alimentos”.
En cuanto al consumo de vino, Leonardo sostuvo que el uruguayo está construyendo una cultura hacia el vino. “Hubo una gran evolución, porque somos muchas bodegas que estamos elaborando vinos con los cuales estamos compitiendo en todas partes del mundo”.
“Recientemente hemos obtenido en Argentina una medalla de plata con el Chardonnay, la única en su tipo para Uruguay”.
Sobre el final de la recorrida por el viñedo el hombre reflexionó en que todo ello “te genera satisfacción y voluntad, trabajando junto a la familia con la que nos turnamos día y noche en el eje de las 40 hectáreas”.
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