Paysandú, Sábado 27 de Febrero de 2010
Opinion | 20 Feb Aunque con escasa difusión en un país que desde que se instituyó el campeonato mundial de fútbol hace un culto de todo lo que pueda significar, en cualquier área, ser “campeón de América y el mundo”, el Uruguay puede ostentar con orgullo el galardón de ser líder mundial en materia de legislación contra el tabaquismo, y lo que es aún mucho mejor, con un alto nivel de acatamiento, contra la tradición de ser un país en el que suelen hacerse “verónicas” a las leyes.
De acuerdo a lo que indica la Memoria Anual del Ministerio de Salud Pública, Uruguay pasó de ser uno de los países más contaminados en sus espacios cerrados a constituirse, junto a Nueva Zelandia, en las naciones con aire más limpio, al punto que la infección del aire en espacios cerrados pasó de 224 microgramos por metro cúbico en 2005 a 22 en 2007, lo que significa diez veces menos.
Por supuesto, ovejas negras hay en todas las familias, y no existe un cien por ciento de acatamiento a la ley aprobada por la Administración Vázquez; en este sentido la encuesta Gats Uruguay indica que todavía se fuma en algunos lugares de trabajo.
Al respecto se continúan recibiendo denuncias por consumo de tabaco en lugares prohibidos, y es así que el año pasado se recibieron 285, por lo que evidentemente las violaciones deben superar largamente esa cifra si tenemos en cuenta que por supuesto no se denuncia el cien por ciento de los casos.
Pero igualmente, en un país en el que era común que un solo fumador contaminara un ambiente cerrado de trabajo o cualquier lugar público, la evolución que se ha registrado en pocos años no solo por imposición de la ley sino por conciencia de amplios sectores de la población --incluso con una atenta vigilancia social-- es digna de destacar sobre todo para una cultura latina donde las transgresiones forman parte indisoluble de la vida cotidiana.
A ello debe agregarse una tarea sistemática de toma de conciencia desde las escuelas, fundamentalmente, que se transfiere a cada hogar por el propio niño, lo que indica que pese a que resulta harto difícil erradicar esta adicción --porque en la adolescencia y entre los jóvenes existe una fuerte presión social orientada al consumo de tabaco-- hay buenas expectativas de seguir abatiendo la incidencia de este pernicioso hábito en nuestra población.
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