Opinion | 26 Feb Durante 2009 la gripe A provocó que se duplicaran las muertes de embarazadas y en esos datos fundamenta el Ministerio de Salud Pública la sugerencia de que se vacunen como forma de prevención las mujeres que planean embarazarse y el entorno familiar, para evitar contagios.
En 2008 se habían registrado siete fallecimientos de maternos, en tanto en 2009 la cifra se disparó a 16, de las cuales siete estuvieron directamente vinculadas a la inesperada presencia del nuevo virus A H1N1, que se manifestó particularmente agresivo con las embarazadas.
La recomendación emitida por el organismo máximo en materia de salud pública resulta fundamentado y atendible, por cuanto más vale prevenir que tener que lamentar. Resulta clave que la estrategia se adopte con anticipación a la llegada del invierno y que realmente se aproveche la documentación de los antecedentes para adoptar medidas concretas que permitan impedir la repetición de una situación triste.
Lógicamente la vacunación, como medida preventiva pero no omnipotente, deberá ser complementada con la consulta ante los primeros síntomas y la medicación inmediata con “oseltamivir”.
Las autoridades sanitarias han difundido que pese al incremento abrupto registrado en 2009 las cifras de mortalidad maternal registradas en los últimos años ubican a Uruguay, junto con Chile y Costa Rica, como uno de los países con mejor promedio en la región y con valores “comparables a los del Primer Mundo”.
Más allá de las estadísticas el compromiso debe apuntar a no descuidar aspectos en materia de prevención. El embarazo no debe ser vivido como una enfermedad ni como un período lleno de temores; sin embargo es preciso contar con toda la información necesaria, acudir a los controles periódicos con responsabilidad y reclamar activamente el seguimiento que corresponde con todas las herramientas disponibles.
Aunque el valor de prevenir a veces no sea fácil de visualizar, siempre vale hacerlo, antes que lamentar descuidos.