Paysandú, Lunes 01 de Marzo de 2010

La búsqueda de efecto y la ignorancia de un jerarca

Opinion | 23 Feb Los activistas de Gualeguaychú, en su búsqueda constante de “argumentos” para justificar su irracional bloqueo --desde hace nada menos que tres años-- del puente General San Martín, habían manejado la posibilidad de llevar su protesta a la propia ceremonia de asunción del próximo presidente José Mujica, a efectos de difundir su verdad revelada a los “ignorantes” uruguayos que seguimos creyendo en cuentos de hadas respecto al grado de contaminación de la empresa UPM Botnia.
Pero al fin de cuentas, los activistas han puesto de relieve que son delirantes pero no mascan vidrio y han considerado que esta presencia en nuestro país iba a resultar contraproducente para sus intereses, por lo que han desistido de venir y en cambio, lejos del sentir de la comunidad de Gualeguaychú que ha asumido que este bloqueo hace rato que está agotado, han reafirmado su decisión de continuar con las medidas ilegales de corte del tránsito por la obra binacional.
A su vez, con un río Uruguay muy crecido, al punto que las playas no existen en Colón, Paysandú y Concepción del Uruguay, estaban habilitadas las del balneario Ñandubaysal, que tiene anegadas amplias zonas de arena e incluso están con un metro de agua quinchos de veraneo en la costa. Este fin de semana cerca de un centenar de bañistas de este balneario de Gualeguaychú fue atendido en los servicios sanitarios del lugar, debido a picazón e irritaciones de la piel, que fueron superadas al cabo de pocos minutos, y se inhabilitó la zona para baños, a la espera del resultado de los análisis correspondientes.
Un río crecido, y peor aún, en forma persistente desde hace meses, no es para nada recomendable para baños, y en realidad si no se ha inhabilitado Ñandubaysal por las autoridades, que no pueden garantizar la calidad de las aguas, se debe a la controvertida decisión de no afectar los intereses turísticos de la ciudad y de los operadores del área. Quiere decir que la gran responsabilidad por estos hechos recae sobre las autoridades de la vecina orilla, porque un río con alto volumen de artículos de suspensión, carga bacteriana y arrastres diversos al invadirse amplios sectores de la costa río arriba es una amenaza real para los bañistas, al exponerlos a riesgos innecesarios.
Es absolutamente fuera de lugar y temerario, en este contexto, que el subsecretario de Salud y Medio Ambiente de Gualeguaychú, Martín Piaggio, haya emplazado a la empresa UPM-Botnia a “demostrar” que no es la culpable de esta contaminación de las aguas, invirtiendo la carga de la prueba, por cuanto de acuerdo a derecho debe hacerse al revés, es decir probar que son los efluentes de la planta los que estarían afectando el agua. Por otra parte el subsecretario demuestra la mayor ignorancia al hacerse eco de los delirios de los activistas, puesto que es obvio que con el arrastre actual del río y el caudal excepcional que mantuvo este verano –de entre 6 y 14 millones de litros por segundo en Salto Grande, al que hay que sumarle en Gualeguaychú todo el aporte de la cuenca baja--, es imposible que una sola fábrica pueda contaminarlo.
Desde un primer momento, además, se mencionó que las alergias se debieron a la presencia de algas, para inmediatamente descartarse por presión de los piqueteros esta posibilidad por presión de los piqueteros, y desviar las acusaciones a Botnia-UPM, en claro intento de manejo político del problema, sin ningún respaldo racional para esta especulación.
Es decir que lejos de aguardar los resultados de análisis y la evaluación técnica del episodio, los activistas, con la complicidad de algunas autoridades argentinas que están muy lejos de asumir sus responsabilidades, siguen en sus trece y procuran dar un golpe de efecto a su favor, teniendo en cuenta que necesitan desesperadamente un vuelco poco menos que milagroso para su desgastada campaña, que cuenta cada vez con menos respaldo en la propia Gualeguaychú.
Y así, mientras actúan con el barniz de “ambientalistas” siguen ignorando olímpicamente la contaminación que significa el arrastre de peligrosísimos productos fitosanitarios desde miles de hectáreas de cultivos por los cursos de agua que van a dar al río Uruguay, principalmente de Argentina y Brasil desde las nacientes hasta el Río de la Plata, solo por mencionar una de las muchas fuentes contaminantes que se manifiestan en ambas márgenes del “paterno”.
Solo este aspecto deslegitima toda protesta de los piqueteros “ambientalistas”, porque en los hechos han demostrado que son capaces de tolerar que el río sea envenenado con productos demostradamente nocivos para el ecosistema fluvial y hasta para los humanos siempre y cuando se haga desde su margen del río, pero ponen el grito en el cielo por el más mínimo aporte que se haga desde Uruguay, aunque se demuestre su inocuidad.
En verdad, ni los uruguayos ni los argentinos nos merecemos a los piqueteros de Gualeguaychú, y más allá de la dilucidación que tenga este episodio de Ñandubaysal, no puede soslayarse que la manifestación de los activistas ha afectado seriamente el proceso de integración regional, por nada que valga la pena y causando un profundo daño a los pueblos de ambos países.
Y mientras en la vecina orilla se siga con paños tibios ante quienes han dado una y otra vez pruebas de delirio, intolerancia e irracionalidad, poco y nada de positivo puede esperarse en favor de estrechar la hermandad de los pueblos de ambas orillas.


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