Paysandú, Jueves 04 de Marzo de 2010
Opinion | 03 Mar Entre los temas que el nuevo gobierno deberá atender ya desde el vamos figura sin dudas la necesidad de sostener el funcionamiento de industrias que incorporan alto grado de valor agregado, y que por ende ocupan mano de obra calificada, generan puestos indirectos por apoyo en infraestructura y a la vez procesan materia prima de origen nacional, lo que indica que se está prácticamente ante un cien por ciento de reciclaje interno de recursos.
No es un problema nuevo, sino que se arrastra desde hace años y se agudizó como consecuencia de la crisis financiera de 2008, que trastrocó los mercados mundiales, tuvo como repercusión una caída de los precios internacionales y deprimió la demanda, en tanto en algunas áreas todavía no se ha recuperado y ni siquiera aproximado a los niveles de principios de 2008.
Pero en buena parte de las industrias de nuestro país afectadas el problema no es solo de perfil coyuntural, sino que responde a problemas estructurales, y por lo tanto no es de esperar que una vez transcurrida la crisis se pueda proclamar que estos emprendimientos van a gozar de buena salud. De acuerdo a lo manifestado por el coordinador de Políticas Comerciales y Productivas de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Juan Manuel Rodríguez, la vestimenta, la industria textil, minerales no metálicos y minerales básicos, son los más afectados por la coyuntura internacional, y no recuperaron la actividad previa a la crisis internacional.
Pero claro, tampoco puede sostenerse que este nivel sea el ideal ni mucho menos, sino que para ese entonces ya se estaba ante una crisis encubierta y varias industrias seguían sobreviviendo en base a una “calesita” de créditos y ventas para amortizar parcialmente la deuda, con un perfil muy incierto en cuanto a su futuro.
De ahí entonces la alusión a los aspectos estructurales, que son la raíz del problema y un elemento acumulativo para situaciones que estallan cuando se presentan las adversidades coyunturales.
Rodríguez mencionó el caso de la vestimenta y los textiles, que son industrias que están afectadas por una crisis que ha presentado diversas alternativas y que por ejemplo en el caso de la textil Paylana repercute directamente en las familias de trabajadores y con proyección en la sociedad ante la importancia de la fuente de empleo comprometida.
El jerarca reconoció que los textiles han tenido una caída de actividad del 28 por ciento en el último trimestre respecto al mismo período del año anterior, y subrayó que evidentemente es uno de los sectores más comprometidos. Anunció que el denominado gabinete productivo habrá de analizar esta situación entre sus primeros actos de gobierno y una vez se haga una puesta al día en cada cartera por los respectivos jerarcas, se adoptarían eventuales medidas para apuntalar el funcionamiento de las empresas más afectadas o eventualmente darle continuidad a las que ya están en marcha y con resultados insuficientes debido a la magnitud de la depresión de actividades.
Si bien la vigencia expira este mes, existiría consenso de mantenerlas hasta junio, lo que igualmente no significa una solución sino prolongar la situación en la expectativa de que haya un repunte en los mercados y los afectados puedan reacomodarse con un mejor perfil que el actual. En este caso, las medidas para las industrias que incorporan mayor valor agregado su producción implica que reciban el cuatro por ciento de devolución de importaciones en lugar del 2 por ciento anterior, en tanto otros sectores exportadores han quedado en cero al decidir el gobierno utilizar estos recursos para atender estas industrias, mientras por otro lado vence en abril el decreto que permite a la industria descontar el IVA en las compras de gasoil.
Igualmente, estamos ante los mismos problemas estructurales de siempre, que responden al alto costo país que se aplica a los exportadores, como es el caso de las tarifas de servicios públicos, la energía, impuestos, cargas sociales, la relación cambiaria y el aumento del peso de los salarios en dólares, entre otros aspectos, que se traducen luego en la reducción de la competitividad en los mercados internacionales.
Y la causas del alto costo país pasan en gran medida por el peso del Estado y su necesidad de detraer recursos de los sectores productivos y la sociedad para sostener su burocracia, además de sus dificultades crónicas de gestión, por lo que más allá de medidas puntuales el nuevo gobierno debe hacer realidad los enunciados sobre la reforma del Estado que sigue pendiente, sin que nadie se anime a librar la “madre de todas las batallas” contra el gran flagelo que corroe las entrañas del país.
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