Paysandú, Jueves 04 de Marzo de 2010
Opinion | 04 Mar “Nos mentimos a nosotros mismos”, fue una de las reflexiones que formuló el flamante presidente José Mujica al aludir a que si bien se convoca a concursos para el ingreso a la administración pública, en realidad se trata muchas veces de un disfraz para nombrar en determinados cargos a personas ya elegidas de antemano por amiguismo político, lo que ocurrió tanto en gobiernos anteriores como en la Administración Vázquez.
Este es un aspecto al que nos hemos referido en más de una oportunidad en EL TELEGRAFO, a través de conceptos muy similares a los que expuso el mandatario en esta oportunidad horas después de asumir, al efectuar una especie de “mea culpa” en cuanto a las prácticas que se dan en el gobierno del Frente Amplio, pese a los enunciados de transparencia y una “nueva forma” de hacer política.
Lo que señala Mujica no es además solo una práctica en los concursos del Estado a nivel nacional, sino que también se da en la Intendencia Departamental de Paysandú y en otras comunas, porque la “transparencia” no es solo convocar a concursos para que todos tengan la oportunidad de presentarse, sino que la verdadera práctica que da seguridades viene después, en el proceso de selección y posteriores pruebas, que llamativamente las más de las veces terminan con la designación del pariente cercano y del compañero de sector o partido.
Compartimos el razonamiento del presidente en el sentido de que esta práctica es aún peor que el “dedazo” al que han sido tan afectos los anteriores gobiernos, por cuanto tal como él mismo lo expresó el concurso sirvió para dar un manto de falsa transparencia a al tan denostado acomodo político, cubriendo con burocracia lo que antes se hacía a cara descubierta, a través del mandato de algún jerarca que al menos era responsable de su arbitrariedad. Incluso cabe citar un ejemplo que tocó muy de cerca al propio Mujica, en oportunidad en que ocupaba la titularidad del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Recordamos que la madre de un funcionario, muy vinculada a la interna de esa secretaría de Estado, había denunciado al por entonces ministro respecto a un llamado a concurso en el que se inscribieron cientos de personas y que éstas habían sido burladas por ya saberse con antelación los nombres de quienes ingresarían, al punto que había dado los nombres en una radio capitalina con anterioridad a que se pronunciara el jurado del concurso. Sin embargo Mujica nada hizo al para subsanar este atropello.
Ignoramos si a esa altura él podía cambiar en algo esta situación, por lo que le concedemos el beneficio de la duda, pero sí se infiere que esta maniobra se estaba haciendo en sus barbas.
Mujica sembró el martes en su periplo por los ministerios varios mensajes sobre el Estado, al anunciar urbi et orbi que no habrá más ingresos y cuestionar severamente el sistema de concursos porque encubre el “acomodo”, aunque aclaró que el Poder Ejecutivo no tiene previsto enviar al Parlamento un proyecto de ley que impida el ingreso de nuevos funcionarios públicos, “porque cuando se han mandado leyes, después terminan entrando por la ventana y asumen derechos adquiridos y ganan más que los que ya están”.
Cuestionó el sistema de concurso para ingreso en cargos públicos aplicado por la actual administración, al subrayar que “nos estamos mintiendo a nosotros mismos”. “El concurso, masivamente en este país se ha transformado en un instrumento de acomodo”, afirmó. Aclaró que no hablaba de la totalidad de los casos, pero sí en “un cálculo bastante importante”, y reconoció que este sistema “es peor que la designación con el dedo” porque en ese caso “se tiene el coraje de poner la cara y la responsabilidad”, pero “en el otro acomodo queda todo tapado”.
Claro que una cosa es denunciar esta situación y otra actuar en consecuencia, adoptando acciones de control y de seguimiento que permitan dar garantías a todos los ciudadanos de que tienen las mismas oportunidades para ingresar al Estado cuando se organicen estos “concursos”, en los que además se inscriben muchas veces miles de personas, con sus respectivas currículas, lo que insume una tarea muy difícil de selección ya en una primera etapa, para continuar luego con las siguientes a efectos de desembocar en las designaciones, con una “transparencia” que como bien sostiene Mujica, es solo una forma de disimular “acomodos” engañando la buena fe de quienes se presentan confiando en que no hay trampas, y a la propia población que hasta quiere creer que las cosas son distintas, cuando son aún peores que antes. Tenemos por ejemplo lo ocurrido con la designación de choferes de la Presidencia por concurso durante la Administración Vázquez, donde cinco de los que ingresaron de los once cargos en juego son parientes o amigos de personas de la confianza del mandatario saliente, como denuncia su sindicato.
Combatir este “vicio social del amiguismo” debería asimismo formar parte de la mentada reforma del Estado, que pasa también por contar con herramientas efectivas, y que haya además voluntad de usarlas.
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