Paysandú, Domingo 14 de Marzo de 2010
Rurales | 13 Mar El panorama de los apicultores de nuestra zona y en todo el Uruguay es desolador y se ha perdido gran parte de la cosecha por causas climáticas que son de público conocimiento, señalaron a EL TELEGRAFO los integrantes de la Mesa Apícola Departamental de Paysandú, Liliana Rodríguez y Eduardo Rivero.
Puntualizaron que esta realidad pone al apicultor en serios problemas, “pues luego de una gran seca en la cosecha anterior que lo llevó a tener grandes pérdidas, a duras penas se pasó el invierno, invirtiendo lo que se tenía en sostener las unidades productivas (colmenas) con alimentación, sanidad, combustibles, etcétera, y el mínimo de empleados, más vivir el apicultor y su familia”.
Explicaron que “muy ajustadamente se llegó a esta cosecha y las grandes lluvias causaron daño total a las floraciones existentes, agregando a esto la pérdida de colmenas, pues la gran lluvia y sus arrastres e inundaciones en lugares nunca pensados, más la caída de árboles, entre otros perjuicios, provocaron un daño que llevará mucho tiempo reparar”.
Evaluaron que tales daños implican para el apicultor un nuevo gasto para poner en orden su apiario, y el panorama de hoy para los productores se centra fundamentalmente “en esperar la cosecha de miel de eucaliptos, con la esperanza de rescatar lo posible, sabiendo que ello no recuperará la gran parte ya perdida”.
Se espera una merma en la lluvia que permita la floración normal de los árboles que son melíferos y así sostener la esperanza de salvar al productor apícola, que viene castigado por cuarto año consecutivo, señalaron.
Poca miel
“Hoy por hoy no hay miel, y la poca que se saca en este momento tiene una humedad muy alta, lo que provoca el rechazo del producto por parte del exportador o el pago a un precio industria que daña aún más la moral del apicultor, pues no rescata con ello ni siquiera los costos”, lamentaron los integrantes de la Mesa Apícola Departamental.
Ya ha quedado mucha gente en el camino, pues la recuperación de colmenas implica inversión, y para ello se debe tener cosecha suficiente que sobrepase lo que implican los costos fijos para la marcha del emprendimiento y vivir el Apicultor, su familia y la gente que trabaja con él, significaron.
De estos elementos se desprende por regla general que el productor de miel está ante una situación muy comprometida, ante compromisos contraídos por gastos de sanidad, alimentación y combustible, ya que trabajó y afrontó desafíos apostando “a una zafra por lo menos media, que no llegó aún”, puntualizaron.
Destacaron que al ser la apicultura una de las producciones que más colabora con el medio ambiente y el mantenimiento de la biodiversidad por la polinización natural que realiza la abeja, hoy se ve “castigada duramente por los plaguicidas usados en la agricultura descarnada, la forestación con genética modificada que no florece adecuado a lo melífero, y por si esto no alcanzara, tuvimos seca terrible la zafra pasada y excesos hídricos enormes en esta”.
Actividad en riesgo
Estos elementos dan la pauta de una situación dramática que pone en serio riesgo al apicultor que vive de esta explotación y que hizo de este rubro su sustento familiar, por lo que es necesario tener una mirada muy cuidadosa sobre este sector azotado por adversidades que “ponen al apicultor ante la merma de su cosecha, provocando situaciones de deudas acarreadas de año malo tras año malo, intentando salvar su aparato productivo”, acotaron.
A su juicio estos temas ya no pasan por tecnificación o cumplimiento de las normas de trazabilidad exigidas, “las cuales el apicultor ha ido cumpliendo, justo en años malos con inversiones que generaron deudas, que hasta hoy no dan sus resultados”.
Consideraron que es preciso “llegar a una salida digna para todos los apicultores que trabajan durante todo el año, cuidando sus colmenas y cuidando silenciosamente y en el anonimato, la naturaleza de todos”. Sostuvieron asimismo que el apicultor sometido a este trance “necesita comprensión y contención para sus deudas bancarias o en cooperativas; un plan de apoyo sanitario para sus colmenas (varroa, etcétera) y la posibilidad de obtener un sostenimiento financiero para el mantenimiento de su infraestructura, la compra de gasoil” y que por lo tanto “se espera una visión solidaria y amplia, adecuada a las realidades que la apicultura soporta ante una situación de catástrofe climática”.
Estos contratiempos afectan un sector integrado por no menos de 2.500 familias que concentran a unas 10.000 personas, arrastrando una problemática social preocupante, por lo que “esperamos del nuevo gobierno una mirada solidaria y realista a la situación de este rubro agropecuario de la granja, que sobrelleva momentos muy difíciles”, señalaron ambos integrantes de la Mesa Apícola Departamental.
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