Opinion | 10 Mar Como sucede cada año, tanto desde el gobierno como desde diversas instituciones que trabajan en el tema, se organizaron actos y homenajes conmemorativos del Día Mundial de la Mujer; recordatorio que, más allá de entrañar buenas intenciones, lleva implícita la enorme deuda que las sociedades autodenominadas civilizadas mantienen con nuestras mujeres. En nuestro país, donde afortunadamente las mujeres han conquistado importantes lugares en el quehacer político, la cultura y el deporte, se llevaron a cabo diversos actos y actividades, pero quizá el de mayor repercusión fue el celebrado en la Torre Ejecutiva de Montevideo, donde las secretarías de Estado brindaron explicaciones sobre las políticas de género aplicadas en los últimos años. La conclusión es siempre la misma: mucho se propone, pero lamentablemente poco se concreta.
En Uruguay, las mujeres siguen siendo víctimas de violencia, ya sea física o psicológica. En pleno Siglo XXI, siguen teniendo mayores dificultades que los hombres para acceder al mercado laboral, la educación y la salud. Incluso, en aquellos casos en que accedieron a formación técnica o profesional, enfrentan mayores obstáculos para obtener puestos de trabajo bien remunerados. Y lo que es peor, en comparación con los hombres, siguen percibiendo remuneraciones un 20 por ciento menores, por idéntica tarea. Son víctimas fáciles del acoso sexual laboral y rara vez acceden a puestos gerenciales, aun estando debidamente preparadas para desempeñar tales cargos. Como en tantos otros temas, en nuestro país mucho se discute en relación a políticas de género y todas las instituciones, públicas o de la sociedad civil, recuerdan el Día Mundial de la Mujer, pero el día después sigue demostrándonos que aún queda demasiado por hacer.