Opinion | 13 Mar Tras largos doce años de gestiones, idas y venidas, esperanzas y frustraciones, la electricidad ha llegado hace pocos días a la zona de Paso del Parque del Daymán, considerada hasta entonces como el “agujero negro” del este de nuestro departamento, como bien señaló el director general del Departamento de Obras, Ing. Agr. Marco García.
El esfuerzo conjunto de los vecinos, con un aporte económico y mucha voluntad para poder concretar la obra, UTE y las intendencias de Salto y Paysandú, con la disposición de organismos como Mevir, Primaria y el Ministerio del Interior, pudo cristalizar en la inauguración de una obra que beneficia a más de sesenta familias de la zona y también a la escuela y el destacamento policial, entre otros lugares a los que ha llegado este servicio vital.
Las áreas rurales son realmente el “núcleo duro” para llegar con este servicio a todos los uruguayos, y forma parte de ese dos a tres por ciento del país que carece de electricidad, porque además no en todos lados es posible integrar a los interesados y los organismos que tienen competencia en esta problemática para conjuntar esfuerzos en el mismo sentido.
En este caso esa zona de baja densidad demográfica de nuestro departamento ha sido un ejemplo de tesón y fuerza de voluntad para lograr un objetivo largamente anhelado, y pone de relieve asimismo las dificultades y carencias que se viven en el interior profundo de nuestro país, donde no llegan muchas veces servicios elementales, como la electricidad, el agua potable, el teléfono y las conexiones físicas pueden ser solo una huella en el campo, o en el mejor de los casos caminos prácticamente destrozados desde hace muchos años.
La integración a la “civilización” de esos ciudadanos de “tercera categoría” en el país es un desafío que todavía no ha sido afrontado con respuestas efectivas, teniendo en cuenta la magnitud de las carencias que sufren estas familias, que ven como se suceden las generaciones y lamentablemente las necesidades siguen sin satisfacerse.