Opinion | 19 Mar El conflicto que llevan adelante los funcionarios de la Comisión Honoraria de la Lucha Antituberculosa y Enfermedades Prevalentes (Chlaep) ha bloqueado la distribución de las vacunas contra la hepatitis A que se administra entre los 15 y los 21 meses de edad, así como contra la hepatitis B, que se aplica a los doce años, de acuerdo a lo que se ha informado desde esferas del Ministerio de Salud Pública.
Los funcionarios de la comisión se encuentran en conflicto debido a que reclaman mayor presupuestación para el organismo que se encarga de la distribución de las vacunas en todo el país, y consideran que se necesitan 168 millones de pesos de presupuesto, cuando actualmente hay asignados solo noventa millones, a la vez de sostener que la comisión no tiene dinero para pagar los sueldos ni para cumplir con los programas asignados.
La circunstancia, como cada vez que se da una situación de este tipo en el área de la salud, ubica en el lugar de rehenes a los grupos de la población más vulnerables desde el punto de vista sanitario.
Resulta tranquilizador solo a medias el hecho de que los voceros del sindicato hayan garantizado que en caso de ocurrir focos de la enfermedad se activará el plan de vacunación, dado que es sabido que una vez desencadenado el brote de epidemia la efectividad de aplicar la vacunación tiene un papel relativo.
Evidentemente los funcionarios, como trabajadores, tienen el derecho a aplicar medidas que ejerzan presión para lograr el objetivo o al menos una parte de ellos. Evidentemente que el Estado también tiene entre sus potestades negarse a atender las reivindicaciones planteadas si no está en condiciones o entiende que no corresponden. Sin embargo, la responsabilidad de prestar un servicio de alta sensibilidad amerita que se considere encarar en serio la búsqueda de una solución y se proceda con celeridad.
El momento del año en el que debería aproximarse el inicio de la vacunación masiva a las poblaciones de riesgo contra la gripe A H1N1, otra vez se sucede un conflicto que deja en ascuas a la población. Los rehenes están siempre en el mismo sitio: en la población.