Paysandú, Miércoles 24 de Marzo de 2010
Opinion | 22 Mar Como bien sostiene el refrán, la letra con sangre entra, y se ha debido afrontar serios problemas de abastecimiento energético como consecuencia de sequías y cambios notorios en los picos de demanda, sobre todo en el verano, por el uso masivo de aparatos de aire acondicionado, para finalmente asumir que es preciso cambiar la pisada en materia de generación a efectos de responder a la demanda.
El punto es que no se está en condiciones de atender los picos cuando se registran problemas en los embalses hidroeléctricos, y el respaldo térmico que hasta ahora se ha incorporado depende del suministro de petróleo, que es antieconómico, y/o de la compra de electricidad a los países vecinos, a valores aún más antieconómicos.
Por supuesto, se ha perdido mucho tiempo porque UTE se ha tomado demasiado tiempo para instrumentar licitaciones para la compra de electricidad a privados mediante el uso de energéticos renovables, como la biomasa y la energía eólica, al punto que recién se está por completar, al cabo de casi tres años, la incorporación de unos modestos 60 megavatios por esta vía, en tanto existen proyectos en ejecución e interesados en instalar parques de aerogeneradores.
La expectativa de incorporar 500 megavatios en energías renovables en el quinquenio es una meta trazada por el Poder Ejecutivo anterior y que todo indica tendrá continuidad en la presente administración, lo que implica una medida positiva pero a todas luces insuficiente –incluso en caso de poder cumplirse íntegramente— para que la oferta se acompase a las necesidades del consumo, desde que todavía nos encontraremos con agudas vulnerabilidades en situaciones de sequía, teniendo en cuenta que la generación hidroeléctrica constituye el eje vital del parque generador.
Igualmente, más allá de los grandes o medianos emprendimientos, hay mucho por hacer en el ámbito residencial o de las pequeñas empresas para adecuarse a este escenario, empezando por las propias construcciones, desde que existe un notorio déficit en materia de aislamiento de viviendas y edificios, del mejor aprovechamiento de la luz solar, de la eficiencia en aparatos domésticos, pese a que UTE “cumple” con su parte de aplicar una tarifa notoriamente cara, y que por lo tanto hace que la familia promedio y las empresas hagan malabares para gastar lo menos posible y así hacer frente a la factura de todos los meses.
Claro, al ente le sirve vender, pero al encontrarse con que no está en condiciones de atender la demanda, si no es por la vía de la compra de electricidad a mayor precio, se ha alineado con la política de interés general de diversificar y reforzar el respaldo eléctrico del país, aceptando incluso la autogeneración en los hogares.
En este caso el Poder Ejecutivo ha tomado la iniciativa, que se traducirá en breve en un decreto por el cual cualquier familia que lo desee –y que esté en condiciones de hacerlo—podrá generar energía eléctrica en su casa para consumo propio y si le sobrara, estará habilitada a vendérsela a UTE.
Las posibilidades que se mencionan en principio son la instalación de un pequeño aerogenerador, un panel solar o un biodigestor, en tanto para controlar el gasto de cada unidad familiar se instalaría un medidor en el hogar que dará cuenta de la producción total, por lo que el contador indicará si lo generado superó o no el consumo eléctrico y por cuánto, en tanto por esta vía UTE estará en condiciones de comprar el excedente familiar al mismo precio que la tarifa residencial.
Claro, en los papeles estamos ante una salida interesante para un problema crónico, desde que el consumidor, el organismo y el país saldrían beneficiados, pero una cosa es una buena intención, que nadie seguramente podrá cuestionar, y otra muy distinta el generar las condiciones para hacerla realidad.
Y lo primero es contar con recursos para hacer que los generadores familiares se masifiquen y ponerlos al alcance de las economías familiares, desde que el gran desafío pasa por el costo de la inversión inicial, en todos los casos mencionados.
Es posible aprobar exoneraciones e incentivos para la posible fabricación en masa de todos o de la mayoría de los componentes de estos generadores, a lo que debería agregarse también el acceso a la instalación de equipos para precalentamiento de agua con energía solar, a efectos de que llegue a mayor temperatura a calefones y otros elementos domésticos de elevado consumo, pero el nudo gordiano pasa por la forma de financiar el costo de las unidades para familias ya jaqueadas por presupuestos muy condicionados y que las más de las veces hacen malabares para llegar a fin de mes.
Si este aspecto lograra ser superado a través de una inyección significativa de recursos para créditos en condiciones favorables de repago, es posible que en un período razonable pueda avanzarse decididamente en esta dirección, que es parte de las respuestas que nos debemos los uruguayos en materia energética, pasando de los enunciados a los hechos.
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