Paysandú, Lunes 29 de Marzo de 2010

El desafío demográfico ya es ineludible

Opinion | 24 Mar El mundo asiste lenta pero inexorablemente a un cambio demográfico que aunque tiene su mayor manifestación en países desarrollados, existen naciones del tercer mundo como Uruguay y Argentina, por citar dos países de nuestra región, que tienen un perfil similar con diagnósticos diferentes respecto al Primer Mundo ante su realidad socioeconómica.
El envejecimiento de la población mundial es precisamente el elemento distintivo del nuevo escenario y conlleva una serie de desafíos y condicionamientos para los cuales todavía no se han diseñado respuestas a medida, que varían con el escenario en cada país pero, naturalmente, con mayores urgencias en determinado plazo en las naciones que como la nuestra tienen sin resolver grandes problemas estructurales. Además, esta tendencia, aún en su gradualidad, no tiene posible reversión, por lo que debe atenderse en sus consecuencias y manifestaciones la evolución de este escenario, que cambia de acuerdo a cada país y/o región del mundo.
Uruguay, precisamente, es uno de los pocos países que presenta los dos aspectos más negativos de la ecuación, por cuanto por un lado su envejecimiento poblacional por mayor expectativa de vida y baja natalidad es similar al de los países ricos, pero por otro lado su economía tiene las vulnerabilidades y falencias de los países subdesarrollados.
Las naciones del Tercer Mundo, contrariamente al Uruguay, tienen una alta tasa de nacimientos y su promedio de población es más joven, lo que indica que no tienen los perfiles que condicionan a nuestro país como consecuencia de su escenario demográfico.
De todas formas, los datos estadísticos indican que la población del mundo desarrollado envejece y que la del mundo pobre por lo general está solo algunas décadas rezagada en cuanto a esta tendencia, pero que más tarde o más temprano esos caminos se cruzarán.
De acuerdo al pronóstico de población formulado por las Naciones Unidas, la media de edad para todos los países crecerá de 29 años en la actualidad a 38 para dentro de cuatro décadas.
Así, en la actualidad menos del 11 por ciento de la población mundial de 6.900 millones de personas tiene más de 60 años, pero para 2050 el doble de este porcentaje alcanzará esa edad, que será sin embargo el 33 por ciento en los países desarrollados y seguramente también en Uruguay donde, como en el primer mundo, una de cada tres personas estará jubilada y casi una de cada diez tendrá más de ochenta años. Este perfil nos da la pauta de que inexorablemente con el paso de los años habrá grandes consecuencias económicas, sociales y políticas, pese a que hasta ahora pocos países han decidido enfrentar decididamente la problemática e incorporar políticas para hacer frente al problema con la debida disposición y sobre todo antelación, dentro de la relatividad del término.
Para este envejecimiento coincide una serie de parámetros, pero sobre todo porque existe una mayor expectativa de vida, que en los países ricos era de menos de 50 años hace solo un siglo y que actualmente es de 78, creciendo sostenidamente. A la vez, las células familiares tienen menos hijos y los grupos de edad más joven son más reducidos respecto al crecimiento del número de personas de avanzada edad, con solo 1,6 hijos por pareja.
Como señalábamos, el peor escenario es el del envejecimiento poblacional acompañado de subdesarrollo y economía muy condicionada por problemas estructurales, lo que indica que Uruguay tiene un futuro comprometido ya en el mediano plazo. Algunos problemas relacionados ya han comenzado a manifestarse y se están agudizando en cada crisis económica, cuando la sociedad en su conjunto dispone de menos recursos para atender su seguridad social, entre otros aspectos.
Así, la fuerza laboral se reduce y la producción cae, a menos que aumente la productividad significativamente, lo que hace que se genere más presión de aportes sobre la masa laboral para sostener el esquema de prestaciones, y a la vez aparece más necesidad de recursos para atender en salud y esparcimiento a sectores de la tercera edad.
Esta presión en recursos e infraestructura son problemáticas ya en economías sanas y ricas como las de los países desarrollados, pero en naciones como Uruguay, de no encararse políticas que estén a tono con este desafío, nos encontraremos cada vez con mayores dificultades para responder a los requerimientos del nuevo esquema poblacional en todas sus implicancias.
Es hora, por lo tanto, de que el sistema político y los sectores involucrados en esta problemática analicen concienzudamente la situación, con un diagnóstico ajustado a la realidad, y buscar acuerdos para desarrollar políticas de Estado que hasta hoy están pendientes, como si ya el problema no estuviera planteado.


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