Paysandú, Lunes 29 de Marzo de 2010
Locales | 26 Mar Cuando la visitamos y le sugerimos hablar de otros tiempos, dibujó una pequeña sonrisa, como adelantando parte de su respuesta afirmativa a nuestra solicitud. María Inés Mourglia tiene 71 años, nació en 1938 y es la cuarta de catorce hermanos. Con la clásica bonhomía del típico vecino rural, comenzó diciendo que “su padre vino desde Soriano y se instaló por unos campos de la colonia Arroyo Malo a un par de kilómetros de donde están actualmente. Tenía unas 73 hectáreas en las que se producía agricultura. Plantaban maíz, lino, girasol y otros granos”, comentó. María recordó parte de cómo su esposo – con el transcurso de los años – pudo comprar el almacén, que actualmente atiende junto a su hijo. “Fue un señor de apellido Bianchesi que vivía en Quebracho, propietario de un comercio de ramos generales quien le ofreció a mi esposo la compra del negocio. Mi marido plantaba un poco de girasol en el campo de un amigo y le respondió: esperame que si llueve esta noche la alcachofa va a venir bien y mañana hablamos. Como ese sábado por la noche llovió, fue así que el lunes por la mañana se fue temprano con el termo y el mate bajo el brazo y a las 8 comenzó a negociar el acuerdo que terminó en el alquiler del comercio. El dueño le dijo: ‘bueno esperame hasta marzo que mis gurises comiencen el liceo en Paysandú y te entrego las llaves’. Y así fue que ocurrió, porque esa familia se fue a vivir a la ciudad”. Seguramente para nuestra protagonista recordar parte de aquellos años le trae ciertas reminiscencias de un tiempo donde la colonia se movía a otra velocidad. Precisamente fue imposible no hablar de ese pasado, al que esta mujer evoca con una mezcla de alegría y angustia. “Extraño aquella época porque antes todo era más lindo. Toda la vida en este lugar era diferente de como es ahora. Me adapté a aquel ritmo de vida, por eso añoro aquellos años. Cuando tenía 14 años de edad estuve de niñera en lo de la familia Anchorena en Quebracho. Hoy ese muchachito trabaja en la Junta de la villa. Luego, por el año 1966 nos vinimos para Arroyo Malo”, agregó.
María Inés también repasa con profunda nostalgia, sus entornos y amistades del entonces. “Me da lástima que la gente se haya ido y que los amigos no me llamen, aunque yo de todos modos y cada tanto me comunico con ellos. Tengo unas cuñadas en Montevideo con las que mantengo cierta comunicación y me desahogo un poco hablando con ellas. A veces cuando estoy sola me pongo algo melancólica y llamo a mis amigas y les digo, ‘‘¿ché te olvidaste que vivo en Arroyo Malo?”. “Cuando contraje matrimonio – a los 20 años – viví unos 7, en un comercio de don Carlos Anchorena, quien tenía una agencia Ancap, bar y tienda, lo que generaba un movimiento impresionante para todos los colonos de la zona. Definitivamente eran otros tiempos y los extraño mucho”, concluyó.
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