Paysandú, Viernes 09 de Abril de 2010
Locales | 09 Abr Luis Bonin tiene 66 años y nació en la zona de Estación Francia. Quinto de nueve hermanos, se crió en tiempos en que los matrimonios necesitaban dos libretas para anotar a sus hijos. Casado con Silvia Sosa, son caseros en la estancia La Fe en el área que conecta las estaciones de ferrocarril de Tres Árboles con Francia.
Cuando lo visitamos estaba de sobremesa junto a su sobrino Luis Sotto. Según don Luis, hace 50 años que está en la estancia La Fe. Tenía 13 años y luego de hacer unas changas cortando espinas durante las vacaciones de verano se quedó, como dice el propio don Luis, “para el resto de la cosecha”. Ayudaba a su padre a tropear, carreteaba y arrancaba con las actividades antes que saliera el sol.
No reniega del pasado. Si bien repasa parte de un tiempo que fue fecundo, lo rescata con simples anécdotas jocosas que impiden la melancolía.
“Fíjese que cuando yo tenía 16 o 17 años por estos campos se comercializaba todo y se generaba un movimiento impresionante, con grandes embarques de hasta 25 vagones con destino a Montevideo. Eran importantes ventas de ganado y lana de una sola firma. En el almacén de don Juan José López se descargaban los tanques llenos de nafta que llegaban por el ferrocarril, mientras del otro lado de los andenes se cargaban los grandes recipientes vacíos. Ese gran movimiento llegó a ser muy importante hasta los años ‘80. De todos modos fue un tiempo que ya pasó, se terminó y punto. Ahora no se ve casi un alma. Por estos campos hay una soledad terrible. El camino que está más o menos; no invita mucho para que estos campos sean visitados. Porque por acá sencillamente no pasa nadie”, sostuvo. Don Luis cuenta ciertos aspectos de una comunidad que cambió y no precisamente para mejorar. “Acá no hay nunca nada. Hace un tiempo hubo un intento para construir un Mevir, pero quedó en las conversaciones. Por mucho tiempo estuvimos sin ómnibus, recién ahora empezó a pasar nuevamente”.
En cuanto al destino de las nuevas generaciones, don Luis dice que “ahora la gurisada se va. Porque no hay mucha cosa por hacer y lo que hay son trabajos rústicos”. Si bien no está de acuerdo con que pase eso, ya que sostiene que a ese ritmo se despuebla toda la campaña, se convence de que los muchachos tienen que irse para estudiar y así poder hacer una carrera. “Mire, de Santa Rosa nomás, ese pueblito que estaba ahí abajo, se fueron unas 30 familias completas en busca de otras oportunidades”.
De los recuerdos de antaño, este paisano cuenta que tenían “un cuadro de fútbol con el que competíamos en campeonatos con otros equipos de Chamberlain, Tres Árboles, La Coronilla y Sarandí de Navarro. Eran tiempos en los que teníamos 18 años y toda una vida por delante. Fueron otras épocas, en las que se disputaban campeonatos chacareros. Teníamos nuestra propia sede y cancha. También se organizaban carreras de caballos, pencas, criollas y quermeses con un gran movimiento en la escuela. Cada tanto se hacían fiestas y se recaudaban fondos para el mantenimiento de la escuela. Pero hoy, muchacho, la vida acá es lo que se ve. Para nosotros el día comienza después que aclara. No le ganamos al sol. Eso quedó atrás y para otros tiempos en los que habían otras exigencias”. Don Luis tuvo posibilidades de mudarse a la ciudad, pero se quedó en el campo porque no le gustó, asegurando que su vida está en esta tierra.
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