Locales | 09 Abr A 170 kilómetros al este de la ciudad de Paysandú, fue un centro poblado de ineludible referencia cuando el ferrocarril tuvo fuerte incidencia en las comunidades rurales. Estación Francia, ubicada en la jurisdicción policial de la Seccional Novena, de Sarandí de Navarro, solo mantiene en pie su estructura principal. El avance de la vegetación muestra el estado de abandono en sus inmediaciones y las vías y los durmientes están tapados por el pasto. Los trenes que cruzan intermitentemente por estos terrenos lo hacen cargados básicamente de rolos de madera procedentes de Rivera y Tacuarembó con destino a la planta procesadora de pasta de celulosa en Fray Bentos. Para consultas médicas, los vecinos deben viajar hasta Paso de los Toros, ya que en el lugar no hay policlínica y los doctores no visitan la zona.
En tanto, la telefonía celular ayudó mucho a las comunicaciones, al punto que en alguna estancia han cambiado la telefonía fija convencional por teléfonos móviles.   Según algunos vecinos, por estos campos hay ganado de cría, alternando en algunos casos con plantaciones de soja, avena, trigo, maíz y sorgo. Los arroyos Tres Árboles al norte y Salsipuedes al este sirven como referentes para los visitantes de turno que no conocen el territorio. Las 20 familias que hoy habitan esta zona están en su mayoría distribuidas entre las estancias San Roberto, Los Cerritos, San Juan, Juan Tomás, Las Cañadas, Santa Ernestina, Los Mimbres, Itacurú, La Fe, Los Moros, La Victoria y Los Tajamares.
A unos 4 kilómetros hacia el noreste quedan vestigios de Santa Rosa, un pequeño pueblito del que solo quedan ruinas y que surgió a consecuencia de la estación de ferrocarril. Mientras, el almacén de ramos generales de Juan José López Sánchez cerró sus puertas hace un par de años. Allí, en la década del 60, se concentraba todo el movimiento comercial del centro poblado. Desde las transacciones y remates de vacunos y ovinos, pasando por considerables volúmenes de ganado, los que luego de comercializarse se embarcaban en la estación de trenes. El comercio también tenía venta de combustibles; un surtidor que todavía se mantiene formó parte de aquel agitado pasado.
Hoy, para acceder a los ar-tículos de primera necesidad, comestibles y vestimenta, los lugareños deben viajar hasta Paso de los Toros, ciudad ubicada a unos 40 kilómetros al sureste. De los apellidos originarios se recuerda a Bonin, García, Pacheco, Cardozo, Santos Mauro, Mendieta y Acosta.
El silencio –que domina los campos de la zona– es interrumpido por el griterío de los niños que concurren a la escuela 45, habilitada el 3 de noviembre de 1950 y que en esa época contaba con una matrícula de 13 alumnos. Actualmente la escuela tiene una maestra unidocente y concurren 14 niños de preescolar hasta sexto. Se trata de hijos de puesteros de estancias de la zona y según comentó la maestra, Mónica de los Santos, son de contexto socioeconómico medio. Como otras tantas escuelas del interior rural, este establecimiento integra el programa del plan Ceibal, pero por estos días el servicio de Internet está cortado y la maestra espera ansiosa por los técnicos de Antel para resolver el inconveniente.
“Los niños concurren a la escuela en su mayoría en motos y en autos. Las familias siempre están contribuyendo con las mejoras del edificio. De hecho el año pasado colocaron todo el piso del salón principal donde se dictan las clases. Mientras que las estancias siempre están colaborando con parte del consumo que se destina al comedor. La verdad que es un lugar muy lindo para trabajar”, agregó la docente. Explicó que las partidas que envía Primaria –unos 5 mil pesos por mes– alcanzan para cubrir los gastos de alimentación, limpieza y combustible. El establecimiento cuenta con agua de pozo semisurgente, periódicamente controlada por personal de OSE. Así es en la actualidad Estación Francia, un pago olvidado por muchos y visitado por pocos.