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Paysandú, Martes 13 de Abril de 2010

El almacén de los Morales

Locales | 09 Abr Tranquilo, simpático pero reservado, Danilo Morales (41) está dedicado a la vida comercial desde muy joven. Casado y con una niña de 8 años, aceptó contarnos parte de su vida en colonia Arroyo Malo.
Desde que recuerda, en su comercio siempre funcionó una agencia Ancap de venta de combustibles, desde mucho antes que su padre comprara el negocio. Entre sus recuerdos más frescos cobran vida los años de juventud, cuando el movimiento de la zona mantenía activos a los chacareros que se reunían en el almacén, punto de concentración ineludible para los colonos de entonces.
Comentó que “antes –hace unos 30 años– había mucho más movimiento que ahora, porque tiempo después muchos de esos colonos se fueron en busca de otros horizontes y se vendieron varias chacras chicas, las que tenían una interesante producción agrícola. Una sola persona compró parcelas de 7 u 8 fracciones de campo. O sea que hay 7 u 8 familias que ya no están y todo ello da un poco de dolor”.
El negocio que hoy atiende Danilo existe desde hace 44 años y tiene la particularidad de conservar las características del típico almacén de ramos generales.
Una firme edificación con altas y gruesas paredes así como añosos tirantes de pinotea exhiben la calidad de la construcción. Un largo mostrador de madera y enormes estanterías en vidrio visten el salón principal. Allí se encuentran variados artículos, desde comestibles, artículos de tienda, bebidas alcohólicas y refrescos hasta lubricantes y combustibles. Precisamente un par de surtidores, ubicados en la explanada principal, satisfacen la demanda de quienes necesitan cargar nafta.
En cuanto al avance de la despoblación de la colonia, Danilo puntualizó que “en dos décadas comenzó a quedar menos gente. Tiene que haber sido entre la década de 1980 y 1990. Mucha gente comenzó a vender sus campos y se fue para la ciudad y así se fue despoblando la colonia. Seguramente que en Arroyo Malo habría unas 40 familias más de las que hay hoy. Creo también que el chiquilín que se fue a estudiar ya no vuelve y la gente que compró esas fracciones y montó una estancia o un establecimiento la maneja con muy poca gente y esas 7 u 8 familias que dejaron esas chacras ya no van a volver, porque el propietario de esas estancias no va a fraccionar de vuelta para vender a nuevos colonos” agregó.
Sobre qué podría ocurrir en el futuro, Danilo dijo: “no sé muy bien, tal vez se podrá mantener como está ahora. Quizás no empeore, pero no creo que mejore mucho más. Porque habría que repoblar la campaña para reconstruir parte de lo que en su momento fue. A mí me causa tristeza ver una cantidad de taperas en la zona, de toda la gente que se fue. Las casas se desarmaron y se destruyeron. Hay gente que literalmente las desarmó. Acá había muchos jóvenes y nos juntábamos unos 15 o 20 para jugar al fútbol por el club Arroyo Malo. Nos reuníamos para practicar los jueves y los domingos teníamos partido. Participábamos en los campeonatos que se organizaban en Quebracho pero, ahora eso ya no se ve más”.
La escuela es otro de los lugares que marca parte de la realidad del centro poblado.
Al respecto, Danilo comentó que “hoy concurren 10 u 11 gurises, pero en el tiempo que yo iba a la escuela éramos 48”.


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