Opinion | 10 Abr Recientemente la subsecretaria de Turismo y Deportes, Lilián Kechichián, anunció que esta secretaría de Estado impulsará la instalación de nuevos productos turísticos, los que incluirán la zona termal del Litoral, sin olvidar el turismo náutico y fluvial.
Para llegar a estas definiciones, el plan diseñado incluye el monitoreo y análisis de la región termal, a efectos de definir el tipo de oferta que debería tener esta región, en el marco de un conjunto de líneas que tiene este ministerio, incluyendo un trabajo con el Banco Interamericano de Desarrollo, el que ya había otorgado un préstamo para mejorar la competitividad de los destinos turísticos.
El monitoreo incluirá la posibilidad de determinar los lugares en que podrían abrirse nuevos pozos termales y el tipo de oferta que debería tener la región termal, a lo que se agrega como aspecto significativo la difusión del turismo náutico y fluvial, en el que a juicio de Kechichian debería trabajarse con insistencia a efectos de potenciarlo.
Está en lo cierto la subsecretaria, desde que por ejemplo en Buenos Aires tenemos un gran emisor de este turismo, el que incluso en forma incipiente ha llegado hasta Paysandú, pero sin constituir hasta ahora una corriente de la magnitud que está en condiciones de recibir la zona.
Y ello no ocurre precisamente porque falten atractivos a la costa, aunque todavía faltan obras de infraestructura, sino porque hay escasa difusión de las posibilidades turísticas del río Uruguay hasta el norte de Paysandú, y tampoco se ha creado a la vez infraestructura en atractivos en localidades y ciudades que deberían ser receptores de este turismo especial, constituido por personas con buen poder adquisitivo.
La subsecretaria sostuvo que ya se ha encarado un relevamiento de todos los ríos navegables, atracaderos y puertos, a través de una consultora española, y que el ministerio encarará obras en base a estos datos, por lo que es de esperar que en los próximos años se esté en condiciones de explotar debidamente este rubro turístico, eternamente olvidado.