Paysandú, Lunes 19 de Abril de 2010

Nadie es perfecto

Estados Unidos, camino de los hispanos

Locales | 18 Abr (Por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos) Llegar a Estados Unidos, pese a los problemas, a las legislaciones que no facilitan la inmigración, a la crisis económica que reduce la posibilidad de empleo, sigue siendo un buen horizonte para millones de personas de todo el mundo, no solamente de América Latina.
Estados Unidos no está bien, pero ciertamente está mucho mejor que muchos otros países. Curiosamente, esta nación ha sido una tierra de promesas desde su misma fundación, en las luchas por la Independencia y contra los primogénitos habitantes, los indios. Desde entonces la característica de la población ha sido su multiplicidad, pues aquí confluyeron inmigrantes de todas las culturas y nacionalidades.
Esa es la misma esencia de los estadounidenses, ser de aquí, pero también de allá lejos o de más lejos. Hoy esa realidad sigue tan presente como antes, más allá que se han endurecido las leyes de inmigración y que muchos estadounidenses que no recuerdan o reconocen su propio pasado migrante se oponen con cierta ferocidad a la presencia de los mojados, como se llama con cierto desprecio a los inmigrantes, especialmente los latinos, en clara alusión a aquellos que llegan a través del desierto, sin ingresar por puntos fronterizos legales.
Pero la realidad, como siempre, no puede ocultarse. Por ejemplo, solamente en Nueva York se hablan 179 diferentes idiomas y lenguas. En una ciudad de ocho millones de habitantes tal diversidad. La que se expande a toda esta nación de más de 300 millones de personas. Lo diferente es que por primera vez en la historia de la nación se avizora el establecimiento de la supremacía hispana, por decirlo de alguna manera.
De acuerdo a las proyecciones de la Oficina del Censo, en el 2050 uno de cada cuatro estadounidenses tendrá origen hispano. Como nunca antes, una sola comunidad cultural fuera de aquella descendiente de la primera oleada inmigrante proveniente de Gran Bretaña, se avizora como la “nueva” supremacía. El “temor” del poder negro ha quedado atrás y ha sido reemplazado por el “temor” del poder latino.
Para colmo, la comunidad latina, si bien abraza con entusiasmo las costumbres gringas de consumismo, entretenimiento y otras, no deja de lado su propia cultura, por el contrario, la defiende y la sostiene. No es ciertamente la única comunidad en defender su cultura. Lo mismo ocurre, por ejemplo, entre los chinos. Pero la diferencia está en el crecimiento imparable de los hispanos en Estados Unidos. Somos muchos hoy, pero especialmente seremos tantos en pocos años que tendremos la posibilidad de transformar radicalmente la cultura y la sociedad toda.
No debe tomarse esto, no obstante, como una invasión, sino como una transformación. La vida es ni más ni menos que eso, una eterna y constante transformación. No solamente en la vida personal, sino también en la trayectoria de un país y en la del propio orbe. Probablemente, los libros de historia reflejarán dentro de un par de siglos esta etapa como la de la transformación de la sociedad gringa hacia la hispanidad. Pero mientras tanto, el proceso no solo es largo, sino dificil y doloroso, especialmente para los inmigrantes de primera y segunda generación, que son los que deben enfrentar los más dificiles desafíos que incluyen luchar contra las leyes que no les favorecen, contra esa parte de la sociedad que no quiere reconocer su presencia y contra la otra parte que se aprovecha contratándolos con bajos salarios y duras condiciones de trabajo.
Ser emigrante nunca ha sido sencillo, tal como lo demuestra la historia de la Humanidad. La esencia es siempre la misma, la búsqueda de un presente digno en el cual construir un futuro mejor. La vida sigue su camino, junto a los que eligieron quedarse en el lugar al que pertenecen y los que por el contrario seleccionaron irse a tierras extrañas.


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