Paysandú, Martes 20 de Abril de 2010
Locales | 16 Abr Walter Ferrari tiene 14 años y cursa octavo grado en el liceo rural de Constancia. Sueña con ser mecánico agrícola y así poder trabajar en el campo. Todos los días viaja un promedio de 130 kilómetros para poder cumplir con las clases.
Una vez que termine los estudios, piensa regresar a su entorno familiar. Es el mayor de cinco hermanos, dos mujeres y tres varones. Hijo de Aníbal Ferrari y Alicia de los Santos, viven en un asentamiento conocido por el nombre de La Cuchilla, en el kilómetro 68 de la ruta 26.
Walter es el típico pre-adolescente rural que no reniega de sus entornos. Se muestra a gusto con las cosas que hace y con las realidades que lo rodean.
Hizo primaria en la escuela 31 de Sauce de Buricayupí y nos indica que tenía la posibilidad de concurrir al liceo de pueblo Gallinal, pero tenía que levantarse a las 5 de la mañana para poder tomar el ómnibus de Copay que viene por ruta 26 y entra hasta Cerro Chato. De todos modos la salida hasta la ruta para tomar el ómnibus, le resulta algo complicado.
Sus recuerdos de la escuela primaria le traen vivencias de tiempos de sacrificios. Aunque en ningún momento utilizó esta palabra para expresar su compromiso por las cosas que hace. De séptimo a octavo grado pasó con un promedio de 6 en las calificaciones del carné. Si bien es el límite en la puntuación de notas, fue suficiente para avanzar en los estudios y así poder encaminarse en la recta final.
Juega al fútbol en La Palma, un equipo de gurises del paraje La Cuchilla del que su padre es el técnico. Allí organizan permanentemente campeonatos relámpagos y se divierten junto a otros vecinos, siendo el fútbol su pasatiempo predilecto. Además de los momentos de esparcimiento y juegos, Walter colabora con aspectos que han permitido mejorar el entorno del lugar donde vive.
En tal sentido y junto a otros vecinos, cavó los pozos, levantó e instaló los postes para el tendido del alumbrado; servicio que fue habilitado hace unos cuatro meses en el paraje donde vive.
En cuanto a su rutina de estudios, sale a las 7 de la mañana y llega a las 8 y 30 al liceo rural de Constancia, que funciona en el mismo edificio de la escuela 35.
Las materias que estudia incluyen: matemáticas, ciencias experimentales, lengua, ciencias sociales, tecnología, informática, inglés y educación física. Sobre su futuro, confiesa que prefiere seguir viviendo en la campaña, porque por lo que tiene entendido la ciudad es más peligrosa.
Seguramente y como otras tantas historias relatadas en esta sección, estamos frente a un joven que sueña con seguir progresando, sin olvidar de donde viene y teniendo en claro a donde va.
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