Opinion | 18 Abr En los últimos años y en gran medida desde que el Frente Amplio llegó al gobierno tanto nacional como departamental, algunas cosas han cambiado radicalmente en la forma de hacer política y de gobernar. En lo nacional, quizás lo más destacable sea la alta participación de los gremios en las decisiones políticas, para lo que se crearon infinidad de espacios de diálogo donde se recoge el parecer de los trabajadores que luego se materializa en leyes laborales, administración de empresas públicas o diversos aspectos de la conducción del país.
En lo departamental, sin dudas que el caballito de batalla de la actual administración es el Presupuesto Participativo, una herramienta democrática mediante la cual el ciudadano presenta las propuestas de inversión que considera prioritarias y luego se pone a consideración de la mayoría cuáles de ellas serán atendidas por la Intendencia en el próximo año. Pero también se crearon comisiones multisectoriales para analizar y colaborar con la administración en aspectos muy específicos, como es el caso del Plan de la Costa –en realidad ya existía desde el gobierno nacionalista--, para impulsar el desarrollo de la zona de playas de la ciudad y el turismo, y la Unidad Departamental de Seguridad Vial (Udesev) -antes Comisión Departamental de Tránsito- en lo que refiere a la prevención de accidentes de tránsito y el ordenamiento vial en el departamento. Ambas trabajaron excelentemente e hicieron un aporte invalorable de ideas y propuestas, que llegaban directamente a los oídos del director de área. Por una parte, no caben dudas que un mecanismo de trabajo como este sirve y mucho para lograr el máximo potencial de cada emprendimiento, por cuanto estas comisiones están integradas en forma voluntaria por representantes de las fuerzas vivas de la ciudad sin distinción de ideologías, con el único propósito de lograr lo mejor para Paysandú. Es así que crearlas o haberlas mantenido en funcionamiento es algo que hay que reconocer como un acierto de esta administración.
Lamentablemente en estos cinco años no se les sacó el provecho que se debía, porque la mayoría de las propuestas cayeron en saco roto y directamente no fueron tenidas en cuenta, y así con el tiempo fueron transformándose en una tertulia de buenas intenciones. Por esta razón en los hechos hoy han desaparecido, como es el caso del Plan de la Costa –que tan buenos resultados rindiera en la administración Lamas--, o simplemente vegetan como la Udesev.
Para el futuro, de decidir continuar con políticas similares, habría que considerar más el poder de decisión de las comisiones. De otro modo servirán para mostrarse abiertos ante los ojos de la ciudadanía, a costa del esfuerzo de unos pocos que dan la cara hasta que cuando se les agote la paciencia, decidan dejar de participar definitivamente en convocatorias de este tipo.