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Paysandú, Sábado 24 de Abril de 2010

PAYSANDÚ INTERIOR

Pablo Valdez, el recuerdo de un vecino

Locales | 23 Abr Seguramente llegará un tiempo en que nos preguntaremos cómo nos recordarán una vez que dejemos esta vida. A Pablo Valdez –fallecido el pasado 7 de febrero a los 81 años– se lo recordará como un hombre comprometido con la comunidad guichonense, que supo ganarse el cariño de la gente sin buscarlo; sereno, pero con la energía suficiente para encarar cualquier proyecto. Su participación en el club Obreros Unidos, la agrupación Creativos, el club Queguay Canoas y la agencia de Onda en Guichón definieron a Pablo como alguien de principios, entrega y coraje para enfrentar los obstáculos más difíciles.
Fue piloto civil y volaba en el aeroclub de Guichón, así como fue directivo del club Obreros Unidos y tuvo a cargo la agencia del banco Hipotecario. Fue administrativo del Instituto Nacional de Colonización cuando formaba parte del departamento de tierras del Banco Hipotecario. Tuvo a cargo la agencia de Onda y un escritorio comercial, vinculándose más tarde al grupo Creativos. Junto a los demás integrantes de Creativos, con el club Queguay Canoas y la Liga del Trabajo de Guichón, investigó sobre el pasado indígena en la zona de Salsipuedes. Ese trabajo le permitió dar charlas y visitar escuelas de Guichón y de zonas rurales, procurando fortalecer y estimular a los niños. Pablo nació en Montevideo y el destino lo llevó a Guichón, tras haber comprado un camión junto con un amigo, con el que comenzó su tarea en el área de la construcción de caminos y rutas. Se vincularon así con una empresa de nombre Gil–Barrios, con la que transportaban arena de una obra a otra.
El paisaje sedujo a Pablo y la cordialidad de la gente del lugar lo atrapó definitivamente. Ya instalado en Guichón, comenzó a relacionarse con los vecinos hasta que conoció a Corina Gutiérrez, con quien construyó una hermosa familia. En 1950, junto a su cuñado encaró una empresa de transporte de materiales para la construcción de caminería.
Pablo hizo muchas cosas en su vida, pero siempre prefirió permanecer en el anonimato, pese a ser gran hacedor en una tierra que lo adoptó como un guichonense más.
Jamás pensó regresar a Montevideo; es más, siempre sintió cierto rechazo a la capital. A su esposa “Momima”, sus hijos Pablo y Corina, y sus nietos vaya desde esta sección nuestro más profundo respeto a quien fuera en vida un gran hombre y el recuerdo por siempre de este buen vecino guichonense que agradecemos haber conocido.


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