Tranquilidad durante la jornada

Locales | 21 Abr Sentado en la rambla de Fray Bentos sobre el río Uruguay, Leonardo, de 22 años, afirma que esta ciudad uruguaya “murió” con el corte que argentinos realizan en el acceso al puente General San Martín, en protesta contra la instalación de una pastera finlandesa y que el fallo de La Haya no devolverá lo perdido. Luego de tres años y medio de bloqueo, Fray Bentos recibió con absoluta tranquilidad el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, del que no esperaban mucho. Sabían que no podía obligar a cerrar la planta de celulosa. Lo que sí esperan ahora es que el fallo “ponga fin al conflicto” entre ambos países, dijo a la AFP el intendente Ruben Di Giovanni, quien se negó a comentar la sentencia. Lo que sí comentó es que “la sociedad rionegrense ha sido perjudicada por un corte de ruta”.
“Si levantan el corte puede cambiar la cosa, puede mejorar”, dice Ana, de 20 años, quien tiene familia en Gualeguaychú. Reconoce que en un principio no estuvo de acuerdo con la planta, aunque afirma con vehemencia que “es mentira que haya lluvia ácida, sarpullidos en la piel. Nada de eso, acá no hay nada de eso”. La planta --a la que según voceros de UPM actualmente ingresan 800 personas por día: 500 para trabajar en la producción y el resto tercerizados-- dejó una profunda huella en Fray Bentos, en especial durante la etapa de construcción, cuando llegó a tener un pico de casi 5.000 obreros. “Estuvo bueno con la construcción, pero con el corte se murió todo” y “la gente se acostumbró a que el puente estuviera cerrado”, dice Enrique Mendiondo, que tiene una inmobiliaria en el balneario de Las Cañas, pegado a Fray Bentos, a donde ya no llegan turistas argentinos. “Hubo mucha gente que hizo mucha plata durante la construcción de la planta”, dice Daniel Fernández, quien trabajó en una empresa de despachantes de aduana en el puente que lleva tanto tiempo cortado y ahora hace despacho de mercadería con UPM. “El corte de ruta mató al puente”, afirma Fernández. “Todo lo que era fuente de trabajo en la cabecera del puente no existe más. En total quedaron unas 200 familias sin trabajo en forma directa, y después hubo gente que tenía negocios en la ruta que cerraron, igual que empresas de transporte de pasajeros”.