Paysandú, Viernes 30 de Abril de 2010
Policiales | 23 Abr La Justicia finalmente procesó por homicidio ultraintencional a Hipólito Casiano Almirón Alcaraz, de 66 años, autor confeso del crimen de Hugo Octalicio Collares Pérez, de 62, ocurrido el 14 de agosto del 2009.
Tal como informara oportunamente EL TELEGRAFO el hecho sucedió en la finca de Collares, situada en Guayabos entre Héctor Gargano y Francisco Bicudo, donde ambos habían estado de beberaje. De acuerdo a las primeras versiones, los sujetos habían discutido y si bien el acusado confesó haberle propinado a la víctima varios cortes en la cabeza y “puntazos” en la zona del abdomen, fue necesario que especialistas del Instituto Técnico Forense en la capital del país analizaran el corazón del occiso, ya que se había hallado un cable con electricidad debajo del cuerpo y se dudaba sobre la causa del fallecimiento.
confusa escena
e historia dudosa
El hallazgo del cuerpo sin vida de Collares Pérez fue alrededor de las 9.30 del viernes 14, cuando la inquilina de una habitación --en los fondos de su propiedad-- se comunicó con la Policía para denunciar que había encontrado muerto al arrendatario en la vivienda contigua. Cuando los primeros efectivos ingresaron al inmueble, todo parecía indicar que se estaba ante un crimen. El cadáver de Hugo Octalicio Collares Pérez permanecía tendido boca arriba en la cocina, rodeado por un gran charco de sangre, aparentemente generado por una profunda herida en la cabeza. Poco después, además de personal de la Seccional Primera e integrantes del Comando de Jefatura, acudieron al lugar autoridades judiciales y el forense, quien en primera instancia no pudo determinar las causas de la muerte.
Lo que más había llamado la atención de los investigadores fue la ausencia de armas, así como de indicios de lucha o hurto. En tanto, en la escena del crimen hubo otro detalle que la Policía tomó en cuenta y era que debajo del cadáver había un cable eléctrico --que posteriormente personal de UTE determinó que tenía corriente-- por lo que se abría la posibilidad de que la real causa de la muerte hubiera sido electrocución.
El cuerpo fue conducido a la morgue local y tanto la principal testigo como su pareja debieron prestar declaración en la sede judicial.
giro en la investigación
De acuerdo a versiones de algunos vecinos, se pudo establecer que la víctima era de temperamento conflictivo. Surgió que Collares, quien se desempeñaba como albañil, recibía varias visitas y por lo general las veladas concluían con abundante consumo de bebidas de madrugada. Precisamente este detalle permitió a los investigadores individualizar a un posible involucrado, por lo que se instaló un operativo de búsqueda.
A poco menos de 48 horas del hallazgo sin vida de Collares Pérez, personal policial se trasladó hasta la zona de Proyectada 42 con el cometido de poner al sospechoso bajo custodia, pero al advertir la presencia de los uniformados, el sujeto huyó por los fondos de su vivienda, llevando consigo un bolso de mano. Tras ser visto en la zona de la Terminal de Ómnibus, fue finalmente capturado en la zona de Soriano y Luis Batlle Berres y posteriormente trasladado a la comisaría. Allí se pudo conocer que se trataba de un hombre poseedor de antecedentes penales por homicidio, intento de homicidio, lesiones personales y varios hurtos.
Primero el detenido negó cualquier vinculación con la muerte de Collares, pero tras varias horas de interrogatorio optó por brindar una versión completamente distinta. Según dijo, ese día se trasladó hasta el domicilio del albañil con intenciones de invitarlo a tomar algo. Al llegar, el dueño de casa le dijo que no tenía dinero, así que optó por hacerse cargo de la compra de la bebida.
Dijo que ambos se instalaron en el fondo de la vivienda y comenzaron a beber, pero en determinado momento se suscitó una discusión y Collares intentó agredirlo con un cuchillo. La visita se defendió y desarmó a su atacante, para luego propinarle varios cortes en la cabeza y “puntazos” en la zona del abdomen.
El detenido agregó que, aún herido, el dueño de casa logró escapar hacia el interior de la vivienda, ocasión que aprovechó para retirarse, no sin antes abandonar el arma en el lugar. Posteriormente, cambió su versión y aseguró que conservaba el cuchillo en su casa, así que la Policía se trasladó hasta la vivienda y recuperó un cuchillo marca Tramontina de 30 centímetros de hoja, con aparentes rastros de sangre. Sin embargo, la versión del detenido no resultó del todo convincente.
Todas las pruebas fueron remitidas a la órbita de la Justicia y tras escucharse en el Juzgado la declaración y llevarse a cabo la reconstrucción del episodio, la jueza Blanca Rieiro lo puso nuevamente en libertad.
Finalmente, y tras un proceso de investigación que duró casi 9 meses, los peritos del Instituto Técnico Forense confirmaron que la muerte había sobrevenido como consecuencia de las heridas infligidas por Almirón.
La Justicia resolvió entonces el procesamiento con prisión de Hipólito Casiano Almirón Alcaraz por un delito de homicidio ultraintencional.
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