Paysandú, Viernes 30 de Abril de 2010
Opinion | 27 Abr El cultivo de soja modificó el costo de la tierra uruguaya y las aptas para la agricultura valen hoy seis veces más que las ganaderas, lo cual se debe fundamentalmente al avance de la plantación de soja argentina en nuestro territorio.
Los grandes consorcios agrícolas argentinos hoy están en Uruguay porque muchas de las empresas existentes son franquicias de capitales argentinos. Este avance “sojero” modificó el panorama de tenencia de la tierra y en lo que respecta a los tipos de producción, desplazando algunos cultivos tradicionales.
Nadie desconoce que para algunos la llegada de estas empresas significó la oportunidad de vender sus tierras a un precio más elevado y que el asunto se encuadra en la libertad de mercado. Tampoco pasa inadvertido que con la llegada de la soja arribaron también algunos problemas referidos a las prácticas agrícolas y que, en distintas oportunidades, habitantes del medio rural han denunciado afectaciones ambientales producto de la aplicación de agroquímicos.
Si bien existen normativas que deben ser respetadas, y de hecho se respetan en los papeles, no siempre pasa lo mismo en la práctica, ya sea por inconciencia, irresponsabilidad o desidia.
Resulta claro entonces que si el país permite la entrada de grandes consorcios productores sojeros, debe ser estricto en el contralor del uso ambiental de los predios, en especial en el control del uso y manejo de agroquímicos. Así lo requiere la necesidad del cuidado de la calidad de nuestros cursos de agua así como la salud de la población.
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