Locales | 30 Abr La escuela de Sauce del Queguay abajo se inauguró el 1º de junio de 1927 con el nombre de escuela rural No. 59 Volante, y funcionó hasta el año 1947 en un predio frente a donde se levanta el actual edificio. Los maestros de entonces dictaban sus clases en una casilla de madera y techo de zinc. Aquéllos fueron 20 años de sacrificio y lucha por mejorar las condiciones para los alumnos y los docentes.
En 1938 la matrícula registró el máximo de inscriptos, alcanzando a 100 alumnos, pero en la actualidad la escuela atiende apenas a 7 niños. Llegó a ser el único centro escolar de la zona y funcionó como internado, recibiendo a niños que llegaban desde el otro lado del río Queguay. Se encuentra ubicado a 5 kilómetros del centro poblado en las confluencias del arroyo Sauce con el río Queguay.
Repasando parte de su historia nos encontramos que por el año 1945 don Severo González donó un predio de 5 hectáreas para la construcción de una nueva escuela.Lo más llamativo del edificio es el tamaño de sus salones, sobredimensionados para la escasa matrícula escolar. Esto se debe a que cuando se decidió su construcción hubo una equivocación en los planos que estaban destinados a la escuela de Sauce… pero del departamento de Canelones, una población mucho más grande que homónima del Queguay.
El plano desde la planta fue realizado por el agrimensor Adolfo Musso, y ya en el mismo año en que se recibiera la donación fue inscripto en la oficina departamental de Catastro el 2 de octubre. Dos años más tarde, en noviembre del ’47 se inauguró el nuevo edificio. La estructura original, que permanece hasta hoy cuenta con dos amplios salones, una galería central, depósito, cocina, cuatro baños y una casa habitación para el maestro.
En 1960 se instaló un motor a nafta para extraer agua desde un pozo semisurgente. Ese mismo año se detectaron vicios de construcción y hubo que reparar los techos, al tiempo que se evidenciaron movimientos en los cimientos y rajaduras en las paredes. Recién en 1973 la escuela fue visitada por una arquitecta de Educación Primaria, que recomendó implementar tres líneas de apuntalamiento paralelas a la pared que divide los dos salones dentro de la zona afectada. Pero apenas realizados los trabajos encomendados, aparecieron nuevas fisuras en las paredes con desprendimiento de revoques, por lo que se solicitó un nuevo informe técnico. Es así que Primaria envió al arquitecto Nelson Rodo, quien detectó graves problemas en el techo del local. Las reparaciones definitivas no llegaron hasta el año 1980, a instancias de la visita de una nueva arquitecta del estado. Entre 1976 y 1979 la matrícula escolar fluctuó entre 14 y 21 alumnos.