Locales | 30 Abr La recorrida de esta semana incluyó dos localidades que en cierta forma comparten la zona, pero que sus pobladores revelan marcadas diferencias.
En Sauce del Queguay abajo, ubicado a un par de leguas de Sauce del Queguay arriba, viven 5 familias. Una de ellas es asistida por el programa del Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Las Magnolias y Los Pinos son los establecimientos rurales de referencia.
La producción es mayormente forestal, pero la ganadería y la rotación en los cultivos de soja, trigo y otros granos marcan la diversidad de lo que se genera en estos campos. Estos desolados lugares son visitados rara vez por algún curioso que cruza por esas grandes casualidades.
El contexto económico y social de los habitantes de la zona es muy desfavorable. Por acá no llegan los servicios médicos, tampoco los vacunadores ni el programa de salud bucal.
Los vecinos recuerdan como anécdota que un niño llegó a tener el carné de vacunas un año y medio vencido. La atención médica solo es posible trasladándose hasta las policlínicas de Soto o de El Eucalipto, pero en la mayoría de los casos no hay conducción. En algunas ocasiones, la moto de la maestra de la escuela 59 resuelve algún mandado hasta la ruta, pero eso no ocurre siempre.
Precisamente para salir hasta la ruta 26 la gente tiene que recorrer 5 kilómetros de caminos vecinales que no siempre están en buen estado. Los camiones y sus pesadas cargas de hasta 45 mil kilos de rolos de madera castigan duramente el trazado. Mientras que cualquier lluvia provoca el desborde de cañadas interrumpiendo más de una vez el pasaje de los habitantes del lugar.
De todos modos estas situaciones son superadas continuamente por quienes viven aquí, demostrando una particular capacidad para resolver los inconvenientes y duras adversidades.
Los habitantes de esta zona rural del departamento son puestos a prueba permanentemente por el destino, donde alimentar un sueño no resulta tarea fácil. Mientras que mantener abiertas las puertas de una escuela continúa siendo un desafío, donde los docentes intentan convencerse que estos lugares aun están a tiempo de construir un futuro mejor para las nuevas generaciones, creando estrategias que van más allá de enseñar a leer y a escribir.