Opinion | 04 May El Ministerio de Salud Pública instrumenta nuevas pesquisas para detectar alteraciones en el desarrollo que todos los profesionales vinculados a los primeros controles de los recién nacidos deberán cumplir. Aunque aún no se informó cuándo comenzarán a aplicarse, las autoridades diseñaron una guía con indicaciones para realizar controles de estas características a los 4 y 18 meses, así como un tercero a los 4 años.
El objetivo de la pesquisa temprana es prever patologías que hoy, por lo general, son diagnosticadas de forma tardía y cuando los médicos no tienen demasiadas posibilidades para mejorar la situación del paciente. Los controles serán en etapas claves de la vida del menor y deberán estar registrados en las historias clínicas.
Entre los diagnósticos tempranos que se prevén realizar se incluyen los casos de autismo, alteraciones en el habla, discapacidades físicas o trastornos de aprendizaje, que son posibles reconocer por los especialistas en los primeros meses de vida. A diferencia de otras enfermedades, pueden ser mejoradas cuanto más temprana es su detección. También servirá para ver el relacionamiento del niño con la madre o padre que lo acompañe al control.
Así, será posible analizar el vínculo del niño con la familia para detectar situaciones en donde el menor puede estar abandonado o no tener la capacidad intelectual para fortalecer esa relación, explicó el director del Programa Nacional de Atención a la Niñez, Gustavo Giachetto.
Estas innovaciones se incorporan a las pesquisas de hipoacusia, que desde abril de 2009 son obligatorias en todo el país y permiten la detección temprana de la sordera. Se trata de rutinas médicas que no representan un gasto para los servicios de salud sino una gran inversión. Invertir en calidad de vida para nuestros niños y facilitar el tramiento de aquellos que sufren algún tipo de problema resulta no sólo una política de Estado saludable sino también una previsión impostergable.