Paysandú, Viernes 07 de Mayo de 2010
Opinion | 30 Abr En tanto es plausible que el Poder Ejecutivo haya anunciado que promoverá en el segundo semestre de este año la instrumentación del denominado plan solidario de vivienda, del que se están conociendo algunos lineamientos, debería también incorporarse a este programa, en el que resta definir todavía las tipologías a emplearse, la promoción del uso masivo de materiales y sistemas que impliquen el ahorro significativo de energía, que es una de las falencias de las técnicas contructivas en nuestro país.
Durante su reciente visita a Paysandú en apoyo a las candidaturas del oficialismo a la Intendencia Departamental, la senadora Lucía Topolansky fue consultada a propósito del plan previsto por el Poder Ejecutivo para atender el déficit habitacional en nuestro país, que se estima en unas cien mil viviendas.
Evaluó Topolansky que la Dirección Nacional de Vivienda maneja varias tipologías constructivas que se utilizarían en el plan, entre las que se incluyen la construcción con barro, madera, bloques y ladrillos, con el requisito de que cumplan con determinados requerimientos mínimos en materia de las condiciones térmicas de paredes, techos y aislamiento.
Este no es un tema menor para los beneficiarios del plan y tampoco para el país, aunque aparezca en principio como secundario ante la posibilidad de satisfacer las acuciantes necesidades en materia de vivienda, sobre todo en los sectores de menores ingresos de la población, por cuanto es evidente que en el Uruguay la energía es cara y el aislamiento térmico es fundamental para preservar el interior de las viviendas a una temperatura que no siga los extremos térmicos del entorno ambiental.
Ya la enumeración de materiales como madera, bloques y el mismo barro son indicativos de que se podría perfectamente conciliar los requerimientos de nuevas unidades habitacionales con el ahorro energético mediante sistemas constructivos que hagan hincapié en la aislación térmica, en cuyo caso la madera y los bloques con pared interior de aire proporcionan una alternativa válida, de la misma forma que el barro, que conlleva similar comportamiento, en tanto el ladrillo convencional requiere técnicas especiales y materiales aislantes adicionales parea cumplir con estas funciones. Pero sobre todo, es fundamental que no solo se haga hincapié en el uso de materiales en este plan habitacional, sino que el gobierno debe promover con particular énfasis el empleo extensivo de materiales que proporcionen buena aislación en residencias y edificios de todo carácter, mediante medidas específicas que incluyan por ejemplo exoneraciones impositivas para su construcción o importación en caso de que no exista en el país, como forma de abaratarlos y ponerlos al alcance de todos los bolsillos.
La mejora en la aislación de las nuevas viviendas y la incorporación de elementos similares en las construcciones ya existentes es una condición sine qua non para comenzar a revertir un déficit constructivo que se arrastra desde hace ya muchas décadas, por el uso de los materiales inadecuados pero sobre todo por la precariedad de muchas construcciones que se han levantado con economías de materiales que seguramente han salido muy caras con el paso de los años por los sobrecostos en facturas de los servicios de energía, fundamentalmente de la electricidad. A estas técnicas adecuadas debería asimismo agregarse la incorporación de equipamientos tendientes a reducir el consumo energético en los hogares, del cual aproximadamente la mitad corresponde al calentamiento de agua en baños y cocinas.
En este sentido, si bien el Poder Ejecutivo ha anunciado que se manejan varias alternativas para instrumentar programas de apoyo, seguramente la posibilidad más tangible es el uso de energía solar en los techos o grandes espacios para el precalentamiento de agua, incluso en el invierno, lo que permite reducir drásticamente el uso de energía eléctrica para llevar el líquido elemento a la temperatura deseada.
Hasta ahora la inversión inicial necesaria con este fin ha obrado como disuasivo para que se generalizara la fabricación e instalación de estos elementos, pero sin dudas que mediante políticas de estímulos impulsadas desde el gobierno, con promoción de créditos blandos para su financiación, se podría masificar esta técnica y contribuir sensiblemente al ahorro energético y a la reconversión a energías renovables que figura entre las prioridades del país, pero que hasta ahora ha sido magra en realizaciones.
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