Paysandú, Domingo 09 de Mayo de 2010

Menos mal que no hubo víctimas

Opinion | 02 May Finalmente tras más de dos meses de espera e incertidumbre las leyes de la física y la propia naturaleza se encargaron de sellar el destino del viejo puente sobre el arroyo El Sauce, en el camino a Casa Blanca, con el derrumbe parcial del tendido debido a la falta del pilar central que sostenía los arcos de la estructura, el que se había desplomado ya en febrero pasado debido a una fuerte lluvia. La construcción data de 1911 y a lo largo de los años el agua socavó la base del pilar, que terminó cediendo y prácticamente desapareciendo bajo las aguas de un arroyo casi desconocido por el potente caudal de agua que presentó por esas fechas, cuando en pocas horas cayeron decenas de milímetros de lluvia concentradas en la cuenca. El puente está basado en una estructura de arco romano de ladrillos o piedras dispuestas en forma de semicírculos, los cuales a su vez se apoyan sobre columnas o pilares, manteniendo su geometría por la fuerza de gravedad. Este tipo de construcción es sumamente fuerte, como lo demuestran lo miles de años de supervivencia de infinidad de obras realizadas en la antigua Roma, pero por su propia configuración, de perder uno de sus apoyos es imposible que se mantenga en pie.
Esto es algo que ningún arquitecto o ingeniero desconoce y hasta se enseña en Bachillerato, y por lo tanto no debería haber causado mayor sorpresa lo sucedido hace apenas unos días, teniendo en cuenta que hacía dos meses que el puente en cuestión había perdido el pilar principal y por lo tanto estaba literalmente “en el aire”. Y si hay algo para estar sorprendidos es que haya soportado en pie hasta ahora, aún recibiendo tránsito de todo tipo sobre su tendido. Por este motivo es que llama la atención que no se hubiera prohibido completamente la circulación por el puente, porque más temprano que tarde iba a llegar al mismo desenlace aunque no se usara en absoluto, y de suceder justo en el instante en que alguien se encontrase sobre él o cuando ya no tuviese tiempo para detenerse, podría haber terminado en tragedia.
La suerte quiso que no fuera así y que el desmoronamiento ocurriera a plena luz del sol, a la vista de algunas personas que acertaban encontrarse cerca y apenas unos segundos más tarde que pasara un camión cargado de arena. Mantener aunque sea parcialmente habilitado el puente fue por lo menos demasiado temerario, como lo demuestran los hechos.
Es cierto que en este caso también caben responsabilidades a las empresas que imprudentemente continuaron transitando por allí con camiones de gran porte, de los conductores que no respetaron el desvío para el tránsito pesado, de quienes retiraban los carteles de advertencia y hasta los que se aventuraban a pasar aún conscientes de los riesgos para así evitar un recorrido más largo y engorroso. Pero en definitiva lo que debió hacerse por seguridad era impedir el paso de cualquier forma, destruyendo con maquinaria pesada las cabeceras del puente y quizás poniendo montículos de tosca bien señalizada a cierta distancia para advertir al conductor más distraído que por allí no podía continuar.
Por otra parte, también es cierto que el camino de alternativa no estaba en las mejores condiciones y eso resultó decisivo para que muchos lo evitaran, aún a riesgo de sufrir un grave accidente. Esto debió solucionarse en forma inmediata y no esperar a que las quejas se hagan oír, luego que el director de Obras de la Comuna, Marco García manifestara en nuestras páginas el 10 de abril que el tránsito “está cortado o al menos no está habilitado para el tránsito pesado”. Estas declaraciones fueron hechas a raíz de un relevamiento fotográfico que publicáramos cuatro días antes, en el cual se evidenciaba que por allí pasaban camiones cargados y hasta ómnibus urbanos, todo lo cual parece haber sorprendido al jerarca. En esa oportunidad explicó además que “estamos trabajando con el Ministerio de Defensa Nacional para poder instalar al lado un puente portátil, mientras dure la ejecución de los trabajos sobre este puente”, a la vez de señalar que “la gestión está realizada y depende del Ministerio de Defensa en cuanto al manejo de los tiempos y los trámites del ministerio para la instalación”.
Los tiempos que él mencionaba fueron demasiado extendidos, como prueba el hecho que una vez que la estructura se rompió definitivamente en tan solo tres días fue posible encarar la instalación de alternativa, que como señalamos en nuestras páginas comenzará a ejecutarse hoy.
Pero todo este análisis son solo anécdotas, cuando por obra del destino no pasó más nada que lo que se sabía que iba a suceder.
Solo cabe preguntarse entonces qué hubiera pasado si una tragedia hubiese signado el final del centenario puente, qué responsabilidades cabrían y aprender de este desenlace sin consecuencias para evitar riesgos a futuro.


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