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Paysandú, Lunes 10 de Mayo de 2010

Una moda peligrosa

Locales | 10 May En materia de modificaciones a los vehículos la irracionalidad de algunos no tiene límites. Si bien hay quienes solo se dedican al maquillaje externo, sin mayores consecuencias para la performance del rodado, en cambio otros ensayan en aspectos más comprometidos de la mecánica, y entre ellos hay quienes lo hacen a conciencia y quienes simplemente siguen una moda, sin el más elemental conocimiento sobre las consecuencias de tales cambios. Entre los primeros están los tuning, algunos de muy buena calidad desde el punto de vista artístico hasta el más absurdo mamarracho. Pero siempre se trata de un asunto de estética –y dinero, porque nada de esto es barato— y por lo tanto es un cambio inocente, ya que no compromete la seguridad natural del vehículo. En definitiva lo único que se altera es la aerodinámica que, aunque a la vista parece mejorada, en los hechos casi siempre empeora, reduciendo el rendimiento del combustible y desmejorando la estabilidad pero solo a altas velocidades, mientras que el confort se ve afectado por los ruidos del viento en la ruta y los plásticos agregados.
En fin, son gustos y hay que respetarlos. Pero cuando la seguridad está en juego la situación es otra. A veces seguir una moda sin saber lo que se está haciendo puede significar un riesgo mayor, tanto para el conductor y los pasajeros como para el tránsito en general. El ejemplo más clásico en este sentido es el de las motos “preparadas”, que de buenas a primeras a alguien se le ocurrió que podía ganar potencia y reducir peso quitándole las luces –traseras y delanteras— y todos los adornos de fábrica.
Ciertamente puede que esto logre alguna mejora en el rendimiento pero ninguno de ellos jamás se preguntó cómo hacen los demás para verlos en la noche, cuando están más activos en sus aceleradas y adelantamientos a gran velocidad. En la oscuridad son invisibles –aunque el ruido de los escapes los delata-- y con suerte solo se puede distinguir una sombra que nunca se sabe por dónde llegará, siendo un milagro que no hayan más accidentes graves por esta causa. Por supuesto que estos pilotos nunca entenderán cuán peligroso es su proceder, pero lo que hacen otros es más absurdo aún, porque va contra las reglas del sentido común. Por ejemplo, nadie desconoce la importancia de los discos de freno y lo que puede suceder si en una frenada en plena carrera llegara a partirse. Esto no pasa a menudo cuando todo está en regla pero cada tanto ocurre. Entonces es obvio que si el disco está debilitado --por desgaste o por haber sido “trabajado”-- las probabilidades están en contra. Pero algunos jóvenes juegan al límite haciendo profundos cortes en el metal en forma de dientes de sierra con una amoladora, justo sobre la superficie de contacto de las pastillas de freno. La física elemental indica que así solo se logra reducir la eficiencia del frenado por menor rozamiento de las pastillas contra lo que queda del plato, pero además si una de ellas se llega a atravesar tan solo unas décimas de milímetro, o por el esfuerzo adicional sobre un sector menor del disco este se parte, el resultado será un violento trancazo de la rueda, y si se trata de la delantera de una moto posiblemente el piloto termine con la cara desfigurada contra el asfalto cuando menos.
Sería bueno entonces que la autoridad competente controlara estas prácticas, por la salud de los propios jóvenes involucrados y el tránsito en general.


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