Locales | 09 May Reclama Paysandú
el río, los ceibales,
las amplias avenidas
y las plazas;
reclaman su presencia
las hojas otoñales
en tonos de amarillo,
las hojas pisoteadas
tan secas y crujientes
que parecen saber
de este Mayo doliente.

Y reclaman los árboles
del viejo San Francisco
que con susurros trémulos
se perfilan al viento.
Reclama juntamente
el polvo del camino
y gimen en lo alto
los rectos eucaliptos,
colosales guardianes
de arenosas orillas,
donde grisácea y sola
se encuentra una capilla,
que recibía sus rezos
humildes, de rodillas.

En colores liláceas
reclaman las glicinas
porque nunca otra vez
serán flores amadas;
marchitos los racimos,
violetas, que adoraba
dejan la brisa,
apenas perfumada.

Y reclaman las letras
la tinta, los papeles,
la mesa, el escritorio,
la silla que detuvo
su eje giratorio;
el viejo periodista,
todas las secretarias
y las telefonistas,
el político blanco,
colorado, frenteamplista,
el fotógrafo, el diagramador,
el corresponsal, el reportero,
y en la calle, antiguos
canillitas y diarieros.

Reclaman sus hijos
que fueron tan amados
sus amigos sinceros
las mujeres que amó
sus nietos y su hermano.

Figura quijotesca
que alta, desgarbada,
con la mirada triste,
y la palabra mansa
de inteligentes luces
agraciada,
recorre ahora el espacio
en penas, cincelada.

Está faltando a todos
su elíptica presencia
de sabio profesor,
¡siempre tan justo!
sin hacer diferencias,
excelente editor.
Se fue con gentileza
trabajo y fortaleza
discreto y en silencio
este hombre superior:
fue Fernando Baccaro
el jefe de “El Telégrafo”
el amigo querido,
el señor director...

Dea Cirse García Coirolo