Opinion | 10 May A punto de ser habilitada la cadena de semáforos en los cruces de Bulevar Artigas, que fue la solución que encontró la Intendencia para esta arteria problemática, no puede menos que evaluarse previamente que la incorporación de esta señalización para ordenamiento del tránsito será una buena solución para quienes circulan por las transversales, pero no tendrá el mismo resultado para quienes se desplazan por Bulevar Artigas.
La experiencia indica que la colocación de semáforos en las calles sanduceras marca un antes y un después en la densidad de circulación vehicular, tal como ocurre cuando se acondicionan debidamente arterias a través de la pavimentación. En el primer caso, como se ha observado en el centro de la ciudad y otros sectores en que se han colocado estos controles, el conductor considera –con acierto— que como contrapartida de su contribución al ordenamiento, los semáforos determinan un enlentecimiento en el tránsito y la necesidad de parar y arrancar sucesivamente, cuando además su sincronización no es la debida y mucho menos cuando se dobla y se debe seguir por otras calles con semáforos.
Ello explica que se haya recargado la circulación por arterias como Washington y Charrúas y que en caso de instalarse semáforos en estas arterias, muchos conductores buscarán alternativas para evitarlos.
En el caso de Bulevar Artigas, evidentemente a partir del funcionamiento de estos controles en todos los cruces entre Tacuarembó y 25 de Mayo se perderá en gran medida su condición de enlace rápido entre el sur y el norte de la ciudad, y la conexión con el centro para el desagote hacia ambos lados, por lo que se infiere que no serán pocos los conductores que optarían por utilizar paralelas a Bulevar Artigas.
Ello implica que se verán recargadas esta arterias laterales, que resultarán más inseguras y peligrosas de lo que ya son, se afectará su pavimento y lo que se hará en realidad será trasladar el problema hacia otros sectores de la ciudad, por lo que la enmienda resultará tan mala como el soneto, por no buscar alternativas reales en cuanto a la seguridad de la circulación, apuntando por ejemplo a ensanchar las dos vías de Bulevar y consecuentemente el cantero central, que es por donde pasa el nudo gordiano de esta problemática.