Paysandú, Sábado 15 de Mayo de 2010
Opinion | 15 May Ha sido “trancado” finalmente por el presidente José Mujica el proyecto de ley promovido por un legislador colorado, que apuntaba a declarar como feriado laborable el 25 de mayo próximo, a efectos de poner de manifiesto la adhesión de nuestro país al proceso de la revolución libertadora de mayo de 1810 en Argentina. Uno de los argumentos para promover este asueto –que por supuesto regiría solo para los funcionarios del Estado-- era la proyección que tuvo este hecho histórico en nuestro país por su efecto de contagio en la lucha por la independencia, lo que es un aspecto innegable puesto que lo que hoy son dos países en ese entonces era un solo territorio.
Pero seguramente la idea de que este acontecimiento se “festeje” con un nuevo feriado para los funcionarios públicos peca por su ligereza, y colide con el rumbo que debe tener el país, donde se debe promover el trabajo y no la búsqueda de excusas para inventar feriados por cualquier causa y encimar fines de semana largos.
La decisión de Mujica de no allanarse a esta propuesta va en línea con los conceptos expresados por el mandatario ante cientos de funcionarios de Ancap, en oportunidad de la asunción de Raúl Sendic como presidente del directorio del ente, cuando subrayó que “no se puede seguir con un Estado paquidérmico y más feriados para no laburar”.
Precisamente a ojo de buen cubero, debe tenerse presente que mientras los privados tienen cinco feriados en el año, sus “colegas” estatales tienen el doble de días de asueto, por lo menos, a lo que se agregan los “día de” en cada dependencia o sector, incluyendo las consabidas ventajas en Semana de Turismo.
El proyecto para el feriado del 25 había sido aprobado ya por unanimidad en el Senado, pero mereció luego reparos de diputados blancos, por lo que se decidió su pase a comisión. Por su lado, los diputados frenteamplistas consultaron al gobierno, que fríamente les transmitió que no hay iniciativa del Ejecutivo en este sentido, lo que ha sido confirmado en las últimas horas desde el ámbito presidencial.
Esta decisión del mandatario es plausible, y en buena medida va en línea con sus enunciados respecto a la necesidad de reformar el Estado, donde la productividad es mínima y solo “se mira el reloj” haciendo lo mínimo, cuando de ponerse a trabajar “la hora pasaría volando”, según las propias palabras del jefe de Estado.
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