Opinion | 12 May Con una mezcla de nostalgia y preocupación, toda una generación de sanduceros evoca permanentemente la época en que nuestro departamento, ejemplo de pujanza, supo erigirse en la región como referencia turística ineludible, con un centro termal que por entonces atraía anualmente a una verdadera multitud y una ciudad capital en permanente ebullición comercial y cultural.
Las décadas pasaron y tanto los períodos de crisis económica como la escasez de políticas eficaces y planificadas, hicieron de aquella época de esplendor un simple recuerdo que hoy, a través de tímidos emprendimientos tanto públicos como privados, intenta reinstaurarse en un escenario complejo, donde nuestros vecinos de la región han obtenido enormes ventajas en diversos ámbitos. Sin embargo, aunque el panorama no es del todo alentador, nuestra ciudad ha logrado posicionarse eficazmente como interesante alternativa en el sector hotelero, donde numerosos y emprendedores empresarios efectúan interesantes inversiones y buscan situarse a la altura de los requerimientos de usuarios que exigen servicios de calidad.
Quizá resulte difícil devolverle a nuestro departamento el estatus de atractivo turístico, pero posibilidades alternativas como el turismo de eventos y la ubicación estratégica de una ciudad que sigue siendo la “llave” de acceso al litoral uruguayo, representan verdaderas oportunidades para un sector duramente golpeado por los años de crisis. Las circunstancias, el espíritu emprendedor de algunos empresarios y el debido apoyo gubernamental, pueden ser el primer paso para el resurgimiento de un Paysandú de distinto perfil, pero con un valor agregado de calidad que puede devolverle el sitial de privilegio que alguna vez ostentó en la región.