Paysandú, Martes 18 de Mayo de 2010
Locales | 14 May Imaginar un futuro mejor es el permanente desafío que mueve a muchos de los habitantes del interior rural del departamento. Esta es la historia de una mujer que sueña lo mejor para sus seres queridos y para ella. Nació y se crió en el paraje Campamento, lugar también conocido por La Bolsa: lo llaman así, porque tiene una sola entrada. En el lugar solo viven 4 familias, pero como otros tantos lugares del interior, contó con más habitantes.
Alicia Duccace Gerfau (35), es la menor de 12 hermanos. Casada con Carlos Alfredo Laborda son padres de Luciano (5) y Matías (16).
Alicia cursó hasta sexto año en la escuela 31 de Sauce de Buricayupí y a diferencia del resto de sus hermanos – que se fueron en busca de nuevos horizontes – se quedó al cuidado de sus padres, no tuvo la posibilidad de seguir estudiando. Hace 6 meses que falleció su madre y quedó a cargo de su padre. Aceptó contarnos parte de su vida, de su pasado, de su presente y cuáles son los sueños que quiere transformar en realidad. La familia está permanentemente presente en su relato y cree en poder construir un futuro mejor.
“Yo quería que mi hijo mayor siguiera una carrera en la escuela agraria de Guaviyú, pero no quiso estudiar y hoy trabaja en estancias. Deseaba que tuviera acceso a otras posibilidades, porque no quiero que muera solo con el campo”. Alicia confiesa que “le encanta el campo, pero se quedó a vivir en él porque tuvo que cuidar a su madre. Contó con posibilidades de emigrar, pero se quedó, aunque por momentos siente deseos de marcharse. Con esas ganas de superación se inscribió en el plan de viviendas de Gallinal, salió sorteada, pero sus padres no se querían trasladar y tuvo que renunciar. “Todo eso me ató mucho. A veces me provoca cierta angustia. Por momentos me quiero ir. Quisiera poder acceder a mejores condiciones y tener agua potable o electricidad. No pido lujos, pero quiero mejorar. Por ejemplo, el camino que conduce hacia mi casa es un sendero de tierra y tiene muchos bajos y hubo épocas en las que no se podía entrar ni en carro ni a caballo. Los días de fuertes lluvias nos condicionan la entrada y salida. Quiero tener trabajo y poder salir adelante. Hay momentos en los que pienso que me gustaría tener otras posibilidades, quiero seguir y no quedarme aquí. Si bien mi esposo trabaja, los ingresos no alcanzan, es solo para comer y sobrevivir y sueño con algo mejor para todos nosotros, porque los dos somos jóvenes y tenemos dos hijos y lógicamente queremos lo mejor para ellos también. No quiero morir como zafrera en la naranja”. Esta joven madre afirma que “si llegara a conseguir un trabajo en la ciudad no dudaría en irme. Hay momentos muy duros para mí. Mamá falleció y mi padre es enfermo crónico, y si bien no paso mal, quiero algo mejor. Lograr ciertas comodidades, poder contar con agua corriente y no tener que acarrear agua en baldes. Por eso hay momentos que me entrego, pero intento buscar lo mejor. Aquí los inviernos son duros. Ahora me dedico a traer a mi hijo más chico a la escuela. No me animo a venir en moto por el estado de los caminos y vengo a pie, aunque a veces consigo que alguien me acerque en vehículo hasta la escuela”.
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