Paysandú, Viernes 21 de Mayo de 2010
Opinion | 18 May La continuidad en las políticas de gobierno, tanto cuando se renueva un mandato del partido que está en el poder como cuando la conducción cambia de color político, es una premisa que debe tenerse presente en toda circunstancia, más allá de la legítima aspiración de los nuevos gobernantes de cumplir con las promesas preelectorales y poner en marcha sus proyectos y visión en el área que sea.
Es cierto, todo necesita su punto de equilibrio y sobre todo tener presente el interés general, por lo que nos estamos refiriendo a la necesidad de acordar políticas de Estado en los grandes temas estratégicos para el país, y en otros casos, sí, tener presente que hay procesos y proyectos que refieren a rumbos precisos y decisiones políticas y administrativas en marcha que necesitan consolidarse y hacerse realidad por sobre los aspectos coyunturales.
Un caso concreto lo tenemos por ejemplo en las políticas de desarrollo de puertos del Litoral, que fuera instrumentada en el período de la Administración Vázquez por el Ministerio de Transporte y Obras Públicas a través de la Administración Nacional de Puertos (ANP), primero encabezada por Fernando Puntigliano y luego por el presidente saliente, Gastón Silbermann, en cuya instrumentación se inscriben las inversiones en marcha en el puerto de la ciudad de Paysandú.
Hoy precisamente asumirán sus cargos los nuevos directores del organismo, que recibieron la correspondiente venia del Senado, por lo que la titularidad de la ANP pasa a manos del Ing. Alberto Díaz y la vicepresidencia a Juan José Domínguez, ambos jerarcas vinculados directamente a Paysandú: en el caso del primero su padre fue el empresario que afrontó el gran desafío de operar el astillero local, y el segundo ha sido diputado de nuestro departamento e integrante de la Comisión de Transporte y Obras Públicas de la Cámara de Representantes.
Mencionamos este ejemplo por cuanto tiene que ver con la importancia de dar continuidad a las acciones y políticas en marcha cuando se han trazado rumbos y objetivos claros, en este caso la reactivación fluvial a través de la cadena de puertos de la hidrovía del río Uruguay.
Díaz y Domínguez, en su carácter de integrantes del Directorio, no son improvisados en esta problemática, y cada uno desde su respectivo ámbito de acción ha participado y/o seguido de cerca el tema portuario, y nos consta que el nuevo presidente de la ANP desde el cargo anterior en la gerencia general ha tenido un rol activo en las acciones que se han desarrollado bajo la presidencia de Puntigliano y Silbermann.
Así, el desarrollo de las obras de remodelación y refuerzo del muelle del puerto de Paysandú con vistas a la operativa con contenedores conlleva en los hechos la reversión de un largo proceso de deterioro de la infraestructura de la terminal portuaria sanducera, que se ha dado a lo largo de décadas, pero es sobre todo un acontecimiento que entraña un simbolismo muy especial para el departamento, el país y la región, como apuesta al futuro que es valedera, por erigirse en herramienta para el desarrollo sustentable.
Debe tenerse presente que la Administración Nacional de Puertos se fijó como meta la reactivación de los puertos del Litoral a partir de la anterior administración y está respaldando los enunciados con inversiones que trascienden un período de gobierno, enmarcadas en aportes en infraestructura que contribuirán al desarrollo y generar la sinergia de los sectores productivos, como es el contar con puertos operativos para la exportación de mercadería de gran volumen, en la que el costo del flete resulta fundamental para su rentabilidad y la posibilidad de competir en el exterior.
Y seríamos injustos si en este escenario de reversión del panorama desolador que habíamos tenido en administraciones anteriores no señaláramos el trabajo fundamental que desarrolló el presidente saliente del organismo, Gastón Silbermann, considerado el artífice –con la anuencia y apoyo de Fernando Puntigliano—del proceso de reactivación del puerto de Paysandú, respaldando el accionar de la Cipup de más de una década, tanto a través de la elaboración de un plan maestro del río Uruguay, como de las obras de dragado del paso Almirón y de la inversión por más de medio millón de dólares para dejar operativo el puerto sanducero con vistas al movimiento de contenedores.
En su momento esta convicción se tradujo en la decisión política de llevar adelante estas inversiones en los puertos del Litoral, al optarse por incorporar el instrumento para que luego el dinamismo privado cobrara el protagonismo que le ha estado faltando durante tantos años, y en Paysandú hemos dado pasos alentadores, todavía incipientes, con exportaciones de cebada, arribo de azúcar crudo y fertilizantes, como primer avance en el marco de un emprendimiento de mucho mayor fuste y que necesita asimismo la complementación de algún puerto privado, como podría ser uno en Casa Blanca, e incluyendo asimismo el muelle de Ancap en Nuevo Paysandú, como terminales especializadas.
Esperamos y confiamos, a la vez de extender este reconocimiento a la gestión de las autoridades salientes, que el nuevo directorio de la ANP persevere en este rumbo, desde que la continuidad de los procesos, por encima de coyunturas y personas, es la apuesta que necesita el país, en este caso promoviendo instrumentos logísticos adecuados a nuestras necesidades, y que lamentablemente se han ido postergando o desvirtuando con el paso de las décadas.
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