Paysandú, Domingo 23 de Mayo de 2010
Deportes | 20 May Peñarol sigue festejando el título conseguido el martes. Casi siete años más tarde de aquel festejo que también tuvo como protagonista al técnico Diego Aguirre, los carboneros se sacaron la mufa de encima y lograron dar la esperada vuelta olímpica para consagrarse campeón del fútbol uruguayo.
La temporada de los aurinegros se cimentó en el último semestre. Tras un Apertura para el olvido, la dirigencia carbonera apostó a la vuelta de Diego Aguirre, el entrenador que logró el último Uruguayo al que accedió el club y que llegaba con la madurez propia que le brindó el pasaje por la selección uruguaya Sub 20. Aguirre terminó refrescando una interna complicada. Pidió varios jugadores y le trajeron solo algunos, pero esos terminaron siendo desnivelantes a lo largo del Torneo Clausura, como es el caso de Urretaviscaya. Pero está claro que más allá de lo mostrado por los jugadores de la cancha, la llegada del entrenador fue vital. Porque Aguirre cambió la interna no solo del plantel, sino del club; porque hizo un trabajo fundamental cambiando la mentalidad de algunos jugadores, a varios de los cuales hizo ver su importancia dentro del equipo, como es el ejemplo de un Pacheco que fue una sombra en el Apertura y que se puso el equipo al hombro a lo largo de la segunda parte de la temporada.
Y además Peñarol planteó la idea de jugar al fútbol, cosa que logró en la gran mayoría de los partidos para sellar el título a su favor en forma invicta, perdiendo solo dos puntos y que le fueron quitados por Nacional en aquel clásico que culminó sin goles. Así, tras remontar una enormidad de puntos para consagrarse también en la tabla anual, los carboneros se metieron la mitad del título del Uruguayo en el bolsillo, más allá de que a nadie en filas de Peñarol se le ocurrió pensarlo, sabiendo que se estaba a uno o tres partidos clásicos para alcanzar el objetivo final.
Nacional apostó mal aunque; claro está, “viendo el diario del lunes”. Los tricolores se aseguraron con el Apertura tener un cupo en las finales, tenían una enorme diferencia en la anual y decidieron apostar a llegar lejos a la Libertadores ya sin dos armas fundamentales como fueron Nicolás Lodeiro y Matías Rodríguez. Y lo pagó caro: no solo quedó afuera de la Copa, sino que perdió lejos el Clausura y, por si fuera poco, la ventaja en la tabla anual.
Pese a todo, paridad casi absoluta
Más allá de esto, y del favoritismo carbonero previo ante Nacional teniendo en cuenta cómo llegaba uno y otro, las cosas no le fueron fáciles y debió sortear un duro escollo. Los tricolores, que le habían tomado los puntos al rival de siempre en aquel clásico del Clausura, llegaban extenuados por afrontar dos competencias al mismo tiempo, con la eliminación en la Libertadores a cuestas y sin encontrar un padrón futbolístico.
Del otro lado, Peñarol tampoco llegaba bien. Porque las lesiones complicaron y porque ya en los últimos partidos del Clausura las cosas no le habían sido tan sencillas como al principio. Eso le dio una paridad quizá hasta impensada a la definición clásica.
Nacional, obligado a ganar en el primer partido para forzar una definición de dos finales, pegó primero al ganar 2 a 0 y le quitó a Peñarol la posibilidad de dar la vuelta olímpica en forma anticipada, facilidad que le daba el reglamento al ser campeón de la anual.
Y quedó en claro que el título podía ser para cualquiera. Un error de los tricolores le permitió a Peñarol sacar ventaja con aquel 1 a 0 en la primera final. Nacional, obligado a dar vuelta la serie en la revancha, no pudo mantener el 1 a 0 transitorio y terminó empatando un partido que bien le pudo ser favorable en caso de que el travesaño no se hubiera vestido de amarillo y negro en aquellas dos ocasiones, lo que podría haber derivado en extender la definición en el alargue o penales.
El título, más allá del favoritismo de Peñarol, pudo ir para cualquiera. Y repasar la temporada lo confirma: Nacional arrasó en el Apertura y Peñarol en el Clausura, aunque los carboneros lo hicieron en forma invicta. De los tres partidos finales, Nacional ganó uno, Peñarol otro y el restante terminó en empate, y mientras los tricolores marcaron tres goles, los carboneros anotaron dos.
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