Paysandú, Lunes 24 de Mayo de 2010
Rurales | 18 May La cadena láctea es generadora de valor y puestos de trabajo, brindando además la posibilidad de afincar a las familias. Produce mano de obra en forma directa para unas 20.000 personas, y por su dinamismo natural, también en otras áreas que prestan sus servicios.
En ese marco, el Instituto Nacional de la Leche (Inale) se fijó el objetivo de duplicar la productividad en un plazo de 10 años, afirmó su presidente, el ingeniero agrónomo Manuel Marrero.
Indicó que los productores “constituyen la fase inicial, el 60% de los cuales remite el 30% de la leche, mientras algo menos del 30% remite entre el 60% y 65%. La fase industrial está integrada predominantemente por el sistema cooperativo y 27 plantas industriales habilitadas, a las que se suma un conjunto de plantas menores en proceso de habilitación. Estas plantas elaboran la leche que se vende en bolsas hasta productos con mayor valor agregado, destinados al mercado interno”.
En cuanto a la comercialización o tercera fase de la cadena, “aproximadamente el 40% de la leche que recibe la industria se procesa y vende en el mercado interno, mientras que el 60% se exporta en forma de comodities, cuyo mayor volumen consiste en leche en polvo y luego quesos y manteca”.
Indicó que la mitad del valor bruto generado por esta cadena “corresponde a las ventas en el mercado interno y la otra mitad proviene de la exportación, que tiene como destino entre 60 a 65 países. El 60% de lo exportado está concentrado, con leves variaciones, en Brasil, Venezuela, Cuba y México, en tanto se ha registrado un incremento de las exportaciones a países del sudeste asiático y Rusia”.
La formalización y desarrollo de los productores artesanales permite afirmar que existen unos 1.200 productores, concentrados en los departamentos de Colonia, San José, Soriano y Flores.
“La cadena láctea ha desarrollado una fuerte organización en cuanto a la institucionalidad mediante organizaciones que son el motor del desarrollo de la producción lechera y apoyan el desarrollo de los productores familiares”, sostuvo Marrero. Además, la industria nuclea a los trabajadores de ese sector en la Cámara de Industrias Lácteas del Uruguay.
fortalezas
El sector lechero cuenta con fortalezas “dadas por la competitividad genuina de la industria, basada en el bajo costo de producción de la materia prima, derivado de un sistema productivo básicamente pastoril y al aire libre.
A ello se suma el desarrollo de la tecnología de producción, de la genética y de los procesos de producción”. Por otra parte, “existen otros elementos transversales a las distintas cadenas agroindustriales, que es el estatus sanitario, la trazabilidad, la inocuidad de nuestros productos, así como el cuidado del medio ambiente y bienestar animal”, dijo el titular del Inale.
A mejorar
En cuanto a los aspectos a mejorar, “es necesario apuntar a la competitividad”, subrayó. “Nuestro país produce 1.500 millones de litros de leche por año, Nueva Zelandia 10 veces más, argentina 10.000 millones y Brasil 27.000 millones. Por tanto, para mejorar nuestra competitividad es esencial mejorar nuestra propia escala de producción para estar presente en los diversos mercados con los diversos productos que están siendo demandados”.
Sostiene que “aumentar la escala de producción es un desafío importante y existe la meta de duplicar esta cifra en diez años. Para ello, el crecimiento acumulativo anual de 4% debería llegar al 6,5%”.
“Ello requiere generar políticas activas referidas a la producción primaria, orientadas a mecanismos de financiamiento y manejo del riesgo. También, la capacitación a todos los niveles, la generación de conocimiento para superar los niveles de productividad, la difusión de conocimiento y la investigación”.
Finalmente, en cuanto a la inserción internacional de nuestro país, Marrero indicó que “es necesario generar una definición de estrategia comercial para ganar en competitividad. Se trata de una cadena generadora de valor y de puestos de trabajo, que puede insertar a las familias en el territorio nacional, que por su dinamismo beneficia a numerosos sectores”.
La mano de obra ocupada en forma directa se estima en el entorno de las 20.000 personas, que trabajan en tambos, fábricas, queserías artesanales. “Pero el dinamismo natural de esta cadena genera trabajo en otras áreas de la economía que prestan sus servicios a estos actores”, acotó.
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