Opinion | 29 May El fracaso de la “ronda” desarrollada en la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) por las delegaciones de Uruguay y Argentina, en procura de lograr acuerdos para encarar el monitoreo conjunto del río Uruguay tal como determinó la Corte Internacional de La Haya, era de esperarse desde el momento en que el vecino país adoptó una postura intransigente respecto a controlar el funcionamiento de la planta de celulosa desde adentro, en lugar de hacerlo sobre la calidad de las aguas por el vertido de efluentes, tal como lo establece el Estatuto del Río Uruguay.
La reunión del jueves no permitió avanzar en este tema central, pero también quedaron pendientes otros puntos de significación en el marco de esta negociación, que si bien tiene el estigma del diferendo por la planta de celulosa, involucra una serie de aspectos fundamentales para el desarrollo regional, como es el caso del dragado para mejorar la navegabilidad hacia los puertos de Fray Bentos, Concepción del Uruguay y Paysandú.
Sin embargo, las expectativas para el encuentro de ambos presidentes el 2 de junio en Anchorena no son recíprocas, desde que a cierta urgencia por soluciones y acuerdos en el caso de Uruguay, se contrapone una actitud argentina de “tranquilidad” y hasta de cierta prescindencia, ante las asimetrías en las necesidades de dragado y otros temas que resultan trascendentes para el Uruguay, pero menores ante la vasta problemática del vecino país.
Pero seguramente el gran convidado de piedra en la agenda bilateral será el piquete de los activistas de Gualeguaychú, por donde pasa el nudo gordiano de la relación y que lejos de dar muestras de raciocinio y sentido común anuncia más movilizaciones al margen de cualquier principio de acuerdo entre ambos gobiernos.
Ello explica que pese a las expectativas, en esta orilla crece con las horas el número de quienes manifiestan pesimismo respecto a esta instancia bilateral, sobre todo porque pese a los enunciados previos, a la hora de “aterrizar” las propuestas y traducirlas en acuerdos, las trabas reaparecen una y otra vez.