Paysandú, Miércoles 02 de Junio de 2010
Opinion | 31 May La presencia hoy en Paysandú de los nuevos directores de la Administración Nacional de Puertos (ANP) a efectos de sostener un encuentro con los actores departamentales es una buena oportunidad para una puesta al día en los lineamientos de trabajo que se ha impuesto el organismo, y una instancia que todos descontamos se caracterizará por reafirmar una continuidad en las políticas que ha adoptado el gobierno en esta área.
Es que nuestro país ya no puede darse el lujo de improvisar y es preciso desarrollar políticas de Estado en los grandes temas estratégicos para el país, en forma paralela con procesos y proyectos enmarcados en rumbos precisos y decisiones políticas y administrativas que necesitan consolidarse y hacerse realidad por encima de los aspectos coyunturales.
En este contexto deben valorarse las políticas de desarrollo de puertos del litoral, que fueran instrumentadas durante la Administración Vázquez por el Ministerio de Transporte y Obras Públicas a través de la ANP, primero encabezada por Fernando Puntigliano y luego por el presidente saliente, Gastón Silbermann, en cuya instrumentación se inscriben las inversiones en marcha en el puerto de la ciudad de Paysandú.
Los nuevos directores del organismo, Ing. Alberto Díaz, en carácter de presidente, y Juan Domínguez, como vicepresidente, han estado vinculados directamente a Paysandú y con la problemática portuaria, al punto que Díaz, como gerente general de la ANP, ha tenido una actuación de primera línea en el diseño y ejecución de estas políticas, junto a Puntigliano y Silbermann, en tanto Domínguez, diputado por nuestro departamento, ha integrado la Comisión de Transporte y Obras Públicas de la Cámara de Representantes.
Estos antecedentes son un buen augurio en cuanto a la continuidad de las acciones y políticas en marcha para la reactivación del transporte fluvial a través de la cadena de puertos de la hidrovía del río Uruguay como instrumentos clave. Las obras de remodelación y refuerzo del muelle del puerto de Paysandú con vistas a la operativa con contenedores se enmarcan en este proceso, que conlleva en los hechos poner fin al largo proceso de abandono y deterioro de la infraestructura de la terminal portuaria sanducera, cuando durante décadas se dio la espalda al transporte fluvial y se priorizaron las carreteras hacia Montevideo.
A partir de esta inflexión estamos ante un acontecimiento que entraña un simbolismo muy especial para el departamento, el país y la región, como apuesta al futuro en su condición de instrumento de apoyo para el desarrollo sustentable a través de la consolidación de logística de apoyo a la producción regional, como es el contar con puertos operativos para la exportación de mercadería de gran volumen, en la que el costo del flete resulta fundamental para su rentabilidad y su posibilidad de competir en el exterior.
A través de la elaboración de un plan maestro del río Uruguay, como de las obras de dragado de Almirón y de la inversión por más de medio millón de dólares para dejar operativo el puerto sanducero con vistas al movimiento de contenedores, se ha traducido en hechos esta decisión política de contar con el instrumento para que luego el dinamismo privado cobre el protagonismo que ha estado ausente durante muchos, demasiados años.
El puerto de Paysandú ha comenzado lentamente a recuperar protagonismo, aunque todavía incipiente, con movimiento de ingreso y salida de productos, como es el caso de exportaciones de cebada, arribo de azúcar crudo y fertilizantes, como primer avance en una amplia gama de oportunidades que ofrece la región, sobre todo para una ubicación estratégica como la de Paysandú, donde además contamos con muy buenas perspectivas para el desarrollo de emprendimientos portuarios privados como el de Casa Blanca, el que tiene la misma profundidad que el de Concepción del Uruguay y podría ser destinado a cargas específicas.
Seguramente el nuevo directorio de la ANP seguirá este rumbo, con su propia impronta, con el convencimiento de que en el futuro inmediato los logros vendrán solos, como lógica consecuencia del devenir de los hechos, porque cuando se cuenta con el instrumento, las necesidades logísticas para mejorar la competitividad hacen la diferencia entre la mediocridad y el desarrollo, el que se logra yendo a más y afrontando los riesgos.
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