Paysandú, Miércoles 02 de Junio de 2010
Rurales | 02 Jun Indudablemente un primer paso muy positivo actualmente es tener información sobre los fenómenos climáticos adversos. Y en este caso, muchos especialistas vaticinan que puede venir un fenómeno de “La Niña” para la próxima primavera-verano, hecho que genera cambios, pero fundamentalmente previsiones que desde ahora deberán ser tenidas en cuenta. Así lo entiende el ingeniero agrónomo Walter Oyhantçabal, representante del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) ante la junta directiva del Instituto Plan Agropecuario (IPA), quien expuso sobre cambio climático en el reciente congreso de la Federación Rural en Paysandú.
“Es verdad, puede venir y también se debe saber que una fase de este tipo significa una alta probabilidad de tener menos precipitaciones de lo normal. Obviamente varios aspectos no conocemos hasta que se produce el hecho, pero es probable que tengamos déficit hídrico en el verano”, dijo en diálogo con EL TELEGRAFO.
Entiende que “nos podemos preparar desde ahora en temas que requieren mucho más tiempo, como es el desarrollo de la infraestructura en la gestión del agua a nivel predial, multipredial. A veces al agua debemos acumularla para poder utilizarla mejor cuando falta o hacer usos estratégicos del recurso”.
En su exposición se refirió a la variabilidad y cambios climáticos, sumados al impacto sobre el sector agropecuario y las respuestas que implica este desafío en términos de adaptación de sistemas productivos que estaban acostumbrados a determinados patrones de comportamientos del clima y que en el futuro verán una variabilidad incrementada y la frecuencia en la intensidad de eventos extremos mayor a la del pasado.
“Si teníamos una sequía cada 20 o 25 años, quizás tengamos próximamente cada 3 o 5”, sostuvo. “Es más --aclaró-- no sólo podrán ser sequías más frecuentes, sino cada vez más intensas o generalizadas a todo el territorio de nuestro país, como fue la de 2008-2009”.
Como pueden suceder sequías, también puede registrarse exceso de agua o plantearse crisis forrajeras asociadas al tema del agua. En consecuencia, puede haber “muchos impactos sobre el sector productivo y la necesidad de tener una estrategia de respuesta, que implica repensar los sistemas de manejo, repensar la infraestructura del predio, como por ejemplo para almacenar agua, o también el aspecto forrajero, tanto en las reservas como la suplementación estratégica; la sanidad animal, sanidad vegetal”.
Sostuvo Oyhantçabal que son “una serie de implicancias del cambio climático para un país como Uruguay que es tan dependiente de su sector agropecuario para la economía y que por lo tanto, debe reducir su vulnerabilidad al aumento de la variabilidad climática y aumentar su capacidad de reponerse luego de que se presente un impacto”.
Según el profesional se debe poner énfasis en el aspecto preventivo, “desarrollando capacidad de ser menos vulnerables a los impactos. No tanto en apagar el incendio después de que el incendio se produjo, sino reducir la probabilidad de incendio”.
“Si viene una seca y no estamos preparados, tendremos que montar operativos de compra de forraje, ración, entre otros, y tendremos grandes costos”, dijo.
Si en realidad el sistema está más adecuado para soportar una crisis, “entonces no será tan importante la emergencia, por lo tanto más que respuestas al fenómeno después que se presentó, lo que pensamos es maximizar el estado inmunológico de los sistemas productivos para que sean menos vulnerables y que necesiten menos apoyo durante la ocurrencia del fenómeno”.
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