Nacionales | 29 May Fue puesta en libertad ayer la ex comisaria María Lemos, de 63 años, poseedora de antecedentes penales, quien fuera detenida el jueves en el marco de la investigación del asesinato de Cecilia Fontana de Heber en 1978. Una pericia caligráfica determinó que Lemos era la probable redactora de la nota con la que fueron dejadas las botellas de vino envenenado en el domicilio de tres legisladores nacionalistas en plena dictadura, pero su defensa solicitó una nueva pericia, cuyo resultado dio negativo, por lo cual la sospechosa fue puesta en libertad y el caso quedó nuevamente en instancia de averiguación.
“La jueza decidió liberarla porque hay dos pericias caligráficas contradictorias, por lo que llamará a una junta de peritos para que determinen cuál es la correcta”, señaló ayer el abogado denunciante Javier Barrios. “Un perito dice que la escritura sería de la señora y otro perito dice que la escritura no sería de la señora”, añadió el abogado. Lemos abandonó la sede judicial en medio de un importante despliegue policial y ante el requerimiento de los periodistas se limitó a exclamar: “¡Gloria a Dios! ¡Justicia divina!”
Uno de los encargados de efectuar pericias caligráficas a las notas fue el subjefe de policía de Montevideo y perito caligráfico, Washington Curbelo, quien señaló la imposibilidad de que alguien pueda, sin que sea evidente, modificar sustancialmente su estilo caligráfico. “Nadie puede simular su propia escritura sin que se note el esfuerzo”, explicó Curbelo, quien personalmente se encargó de obtener el “cuerpo de escritura” de la detenida.
El caso de Cecilia Fontana de Heber había sido archivado en 1988, tres años después de la restauración democrática, pero Carlos Julio Pereyra (uno de los destinatarios de las botellas) pidió en 2006 la reapertura del mismo. Pereyra dijo al sitio web “Observa” que no bebió de aquel vino porque “ninguna persona toma una bebida que no sabe de dónde viene. Ese vino llegó de incógnito y con un mensaje político en plena dictadura, no había que ser muy astuto para darse cuenta que era un atentado político”.
“Fue obra de la dictadura contra tres dirigentes políticos que molestaban”, añadió Pereyra. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense reconoció tener documentos sobre el caso, pero denegó dos pedidos de Barrios de brindar la información, al calificarla de “secreta”, dijo el abogado.