Opinion | 05 Jun Aunque a los sanduceros no nos ha tocado directamente –por lo menos en cuanto a la incidencia en la distribución de leche a la población, que está diversificada-- el conflicto planteado en la industria Conaprole, la principal empresa láctea del país, pone de manifiesto que existe falta de madurez y de racionalidad en conflictos que causan enormes perjuicios, absolutamente desmedidos respecto a la causa que los origina.
En este caso las medidas adoptadas por el sindicato AOEC, ante la decisión de despido de un trabajador al que la empresa le ha perdido la confianza, ha arrastrado a una vorágine conflictiva, que ha deparado serios perjuicios a la cooperativa por incumplimiento en exportaciones y en la venta de productos en el mercado interno. La empresa ha incumplido por esta causa el envío de embarques de productos ya comprometidos a mercados del exterior, que no solo refiere a lo que se pierde de exportar coyunturalmente, sino que se traduce a la vez en pérdida de prestigio en ese y otros destinos. En tanto en el mercado interno, aunque Conaprole aún es líder indiscutido, es notorio que cada vez va perdiendo más terreno frente a las empresas “pequeñas”, lo que a su vez se percibe con mayor fuerza en el Interior, donde sus productos ya no son fáciles de conseguir en los almacenes de barrio, por ejemplo.
La defensa a ultranza que hace el sindicato de un funcionario que no solo no ha cumplido con su obligación, sino que por lo menos hacía la “vista gorda” ante una maniobra de corte delictivo, es a todas luces desmedida y contraviene la esencia de la acción sindical, es decir la defensa legítima de los derechos de los trabajadores, porque no corresponde hacer causa común con quienes precisamente, lejos de ser vulnerados en sus derechos o afectados por alguna decisión empresarial cuestionable, pretenden abusar de su posición dentro de la empresa.
Lo razonable hubiera sido que el problema se dirimiera dentro de la legítima aplicación de las normas de derecho laboral, teniendo en cuenta que se estaba ante un caso notorio de mala conducta en abierto perjuicio de la parte empleadora, pero el tema fue recogido como bandera por un sindicato con dirigentes desbordados, que han dado un pésimo ejemplo y contribuido a desprestigiar al propio movimiento sindical, ya de por sí bastante desmerecido, por cierto.