Paysandú, Martes 08 de Junio de 2010
Opinion | 04 Jun Los únicos consensos que se advierte en los analistas respecto al escenario global para el futuro inmediato son de incertidumbre, entre los extremos que van desde un panorama favorable para la colocación de nuestros productos hasta un contexto netamente problemático, dentro de una gama de posibilidades sobre las que a esta altura es harto difícil aventurar pronósticos.
Estas dudas empero coliden con la visión que han puesto de manifiesto en más de una oportunidad integrantes del equipo económico de gobierno, que perciben un escenario francamente favorable para Uruguay este año, al punto que de la mano de este contexto nuestro país registrará un significativo crecimiento durante 2010.
Para el director académico del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), Dr. Ernesto Talvis, el escenario internacional está signado por la incertidumbre, lo que indica la necesidad de actuar con prudencia a la hora de formular previsiones y adoptar decisiones en base a esta visión optimista de las cosas. Al exponer ante cientos de empresarios, el economista consideró que el mundo que se proyecta “es bipolar”, ya que se puede materializar una “expansión global”, lo que implicaría un contexto muy favorable para todo el período de gobierno, o un deterioro del escenario externo, lo que llevaría a un contexto muy desfavorable, con el agravamiento de la crisis en Europa.
Evaluó que “son dos escenarios opuestos pero perfectamente posibles”, por lo que como economistas no podemos eliminar la incertidumbre”, lo que explica que “debemos exigirle al gobierno una gran dosis de cautela, prudencia y sobre todo de humildad”. A su juicio “el gobierno debe actuar y tomar decisiones como si la probabilidad de que se materialice el peor escenario fuese la más alta”, porque “debe ser parte de la solución y no del problema”.
Pues de eso se trata, precisamente, desde que la nueva administración debería distanciarse de la actitud del gobierno que encabezó Vázquez, que se gastó todo el aumento de la recaudación en el período pasado y asumió compromisos fijos que solo pueden cumplirse, en el mejor de los casos, con un escenario tan o más favorable que el que gozó durante su gobierno.
Ernesto Talvi aludió a su vez en su exposición a la afirmación del ministro de Economía y Finanzas, Ec. Fernando Lorenzo --sin nombrarlo--, de que “no se puede caer en la simplificación de que todo lo bueno y todo lo malo viene de afuera”. Talvi dijo que escuchó decir que “atribuir tanta importancia a los factores externos es una suerte de dependentismo”, y subrayó que “negar la enorme influencia de los factores externos es como negar la ley de gravedad”.
Esto es especialmente valedero para un país como Uruguay, que no tiene “blindajes” y es altamente vulnerable y dependiente de los vaivenes externos, además de tener una alta dolarización en su economía. De ahí que en todo lo que se proponga y diseñe debe estarse con el ojo atento a lo que ocurre en el exterior, cosa de poner las barbas en remojo a tiempo e ir despacio por las piedras.
Las noticias que por ejemplo llegan de la eurozona no son nada alentadoras, si partimos de la base de que el desempleo ya supera el 10 por ciento, al mejor estilo del mundo subdesarrollado, lo que significa que ya llega a unos 16 millones de personas el número de desempleados. La moneda de los países de la Unión Europea terminó el martes con su menor cotización en cuatro años frente al dólar, ante el nerviosismo de los inversores de que los bancos europeos puedan afrontar el próximo año enormes pérdidas adicionales ante el impago de los créditos girados.
Esta incertidumbre se da en medio de un complejo panorama económico, desde que hay países donde el déficit fiscal ha trepado a límites insostenibles, con su punto más alto en Grecia, objeto de un “salvataje” muy condicionado, con fuerte deterioro social, en tanto en España ya el gobierno se ha situado en una posición muy delicada ante la medida de reducir salarios y jubilaciones, así como cortar el gasto para abatir el déficit crónico. El costo social se ha acrecentado, con un desempleo del 20 por ciento –similar al que sufrió nuestro país tras la crisis de 2002--, y siempre con la perspectiva de un “efecto cascada” en otras economías, en tanto en Estados Unidos la recuperación solo se insinúa, pero en medio de altibajos.
Se infiere por lo tanto que este escenario internacional no es el más aconsejable para dar rienda suelta a un optimismo infundado de nuestro equipo económico, y mucho menos para formular previsiones generosas en el presupuesto quinquenal, en medio de nuestras serias deficiencias estructurales.
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