Paysandú, Jueves 10 de Junio de 2010
Opinion | 03 Jun De acuerdo a lo que ha trascendido desde esferas del Poder Ejecutivo, va tomando cuerpo la idea de promover terminales aéreas de categoría binacional en el Interior, teniendo en cuenta que está en tela de juicio la perspectiva de hacer del Aeropuerto Internacional de Carrasco un gran centro de distribución de pasajeros de la región, lo que se ve amenazado por la competencia argentina.
Este objetivo debería por lo tanto complementarse agregando otras opciones en el Interior, por lo que se pretende dar mayor impulso a las terminales de Colonia, Salto y Rivera, con la necesaria incorporación de infraestructuras aeroportuarias mediante la participación privada, teniendo en cuenta que la inversión estatal está muy condicionada.
Esta visión que surge de evaluar la insuficiencia del instrumento primario para servir a la región tiene en cuenta la importancia de una participación activa que podría tener un servicio sobre todo para el desarrollo turístico regional, y es así que de acuerdo a fuentes del Poder Ejecutivo, en Colonia y Salto, además del traslado de pasajeros y producción, puede ofrecerse un “diferencial” mediante un paquete turístico, y en el caso de Rivera, su aeropuerto internacional la perspectiva de conectar a los residentes en Livramento con Porto Alegre.
Igualmente para ello es preciso que esta terminal pueda ingresar a la categoría de aeropuerto “binacional”, lo que permitiría que quienes viajan desde Brasil con destino a esa ciudad fronteriza, no se vean obligados a hacer los trámites de rigor en Rivera, para lo que se debería llegar a un acuerdo con las autoridades del país norteño.
Algo similar podría llegar a hacerse en Paysandú, desde que contamos con un aeropuerto ocioso que aún conserva la categorización de internacional y con un gran potencial para operar con cualquier tipo de aeronaves. Si bien es cierto que de este lado del río no existen atractivos turísticos que justifiquen de manera alguna una línea hasta nuestra ciudad, por cuanto sólo tenemos las termas de Guaviyú y Almirón y el perfil de sus visitantes no es del tipo de los que gastarían en un pasaje de avión, a solo 20 kilómetros de aquí está Colón, que en plena temporada es visitada por decenas de miles de turistas de Buenos Aires y otras partes de la Argentina. Muchos de ellos son personas acaudaladas que tienen valiosísimas propiedades allí, y viajan en sus coches los fines de semana para disfrutar de apenas unas horas de descanso, sorteando el intenso y agotador tráfico de los accesos de su ciudad de origen. Es posible que de contar con la posibilidad de hacer el trayecto por vía aérea desde el Aeroparque Jorge Newbery, que está en pleno centro de la capital argentina y a menos de una hora de vuelo de Paysandú, muchos de ellos optarían por esta opción.
Para ello es fundamental revisar profundamente los condicionamientos que implica el cruce por el puente “General Artigas”, que se ve reflejado por ejemplo en los días pico de la temporada turística, y facilitar el traslado de los viajeros sin trámites ni esperas de ningún tipo en el paso de fronteras. Así, nuestro aeropuerto funcionaría como terminal de cabotaje argentina y solo bastaría con disponer de un ómnibus con un funcionario de Aduanas que controle que los pasajeros que están en tránsito desde Paysandú lleguen sin interrupciones hasta la cabecera del puente internacional. Con esta certeza no sería necesaria la revisación de equipaje ni los documentos, porque el Tydeo Larre Borges sería, por ese instante, un aeropuerto virtualmente argentino. Si en Rivera se puede hacer en coordinación con Livramento, aquí no debería haber mayores obstáculos en este sentido. Además, este podría ser el puntapié inicial para desarrollar luego nuestro propio turismo de alta gama, quizás basados en los atractivos del río Uruguay, como se pretende fomentar actualmente, a la vez de darle vida al aeropuerto local.Estas consideraciones nos llevan inevitablemente a la conclusión de que esta apuesta a la denominada industria sin chimeneas, que tradicionalmente en nuestro país ha tenido su eje central en la promoción de las playas esteñas, debe diversificarse no solo en los enunciados, sino también en el diseño de las políticas y las consecuentes acciones, que conllevan apoyo en infraestructura para favorecer la inversión privada y en la necesaria difusión y coordinación hacia las corrientes turísticas.Y si bien se ha mejorado en los últimos años en cuanto a promover una desestacionalización, con marcada presencia del componente termal para complementar el motor generador esteño, se requiere igualmente una acción sistemática con apoyo en el Ministerio de Turismo pero con activa participación de los actores regionales y locales, tanto en el diseño y la coordinación como en la ejecución, con la impronta de cada lugar y un aporte privado imprescindible, sin improvisaciones y con un cambio de mentalidad para dejar de lado egoísmos y recelos, asumiendo que todos estamos en el mismo barco.
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