Opinion | 08 Jun Si hay algo de lo cual los uruguayos nos enorgullecemos es de nuestra cultura cívica. Y esto implica no sólo ir a las urnas cada cinco años, sino también todo lo relacionado a los procesos de los cuales terminan emergiendo las autoridades que elegimos para representarnos. A un mes del cambio de autoridades departamentales, hay mucha cosa que se ha movido en el mapa político de Paysandú. Con los resultados a la vista y habiendo sido ya realizadas todo tipo de lecturas posibles sobre ellos, existe ya cierta distancia como para que al menos la mayoría de nosotros podamos ver las cosas y rápidamente pasar lista a situaciones y acontecimientos que dan cuenta de lo del título: la cultura cívica.
La campaña electoral por la Intendencia ensució poco la ciudad y transcurrió sin grandes enfrentamientos entre los candidatos. Asimismo, las pocas instancias en que les tocó a candidatos de distintos partidos compartir una misma mesa ante el público, la cuestión transcurrió en un destacable clima de respeto.
Ahora, en plena etapa de transición, equipos de asesores del intendente electo y de la actual administración frenteamplista vienen trabajando fluidamente en el traspaso de información en un clima de cordialidad y entendimiento.
Ahora la intendenta Helena Heinzen entregó a Bertil Bentos un documento de 166 páginas sobre las cosas que están en ejecución en la Intendencia. No se trata de un balance de gestión, sino de un instrumento útil para que quienes se harán cargo del municipio a partir del 8 de julio cuenten con información de primera mano sobre el estado de situación del Ejecutivo Departamental.
Heinzen entendió que dicha información debía estar también al alcance de la gente y por eso resolvió que el documento se publicara en el sitio web de la Intendencia, donde cualquiera que tenga acceso a Internet pueda leerlo y analizarlo.
La propia jefa comunal señaló a EL TELEGRAFO que al intendente electo le “pareció bien” la decisión. Y esto no es un asunto menor.
Un intendente no debe olvidar nunca que ejerce ese cargo porque buena parte de sus conciudadanos confiaron en él al votarlo, delegándole la función de gobierno. Por eso, rendir cuentas a la gente debería ser una práctica común, aunque en realidad no lo es. Claro está, esto no significa usar los recursos públicos para propaganda política del partido en el poder, y aunque la línea entre informar y publicitar es muy delgada, existe una tendencia hacia esto último que habría que revertir.
Sin embargo, el tono en que viene realizándose la transición y esta decisión a la que hacemos referencia son entonces dos cuentas más del hermoso collar de una cultura cívica que construimos entre todos y por la cual a todos nos toca velar.