Paysandú, Viernes 11 de Junio de 2010
Locales | 09 Jun Con el tema “Adiós Nonino” interpretado por el integrante de la Escuela Municipal de Música, Andrés Bazzini, en uno de sus violines construidos por don Ernesto Cora -gentilmente cedido por su dueño, señor Enrique Giordano- fue cerrado un brillante acto de homenaje a la memoria del músico, maestro y luthier sanducero. En tanto, su imagen desde una fotografía junto a otros de sus violines, propiedad del recordado Eduardo A. Estefanell, presidían el estrado. De tal forma la Junta Departamental, como señaló su presidente Francisco Debali, dio cumplimiento a lo dispuesto en 1964, ante inquietud del entonces edil Adolfo Mac Ilriach, para recordar a un hijo de Paysandú que en vida haya desarrollado una obra que sirva de ejemplo a las generaciones presentes y futuras. En la sala estuvieron presentes el intendente entrante Bertil Bentos, como así también al finalizar el acto la intendenta saliente Helena Heinzen, secretaria general de la IDP Mariela Coiro, diputado Gustavo Rombys y otros invitados especiales, al frente de los cuales familiares del homenajeado y en la barra un considerable grupo de ciudadanos, muchos de ellos músicos e integrantes de la Banda Municipal o alumnos de la Escuela de Música, por la que tanto luchó Cora. Fue disertante el director Ricardo Peralta, quien además de una breve introducción en la que dijo que “creo que este homenaje es muy importante para los que estamos en la música”, explicó que daría lectura a un material que “fue confeccionado por varios compañeros de la Banda” y agregó que “es un homenaje muy merecido a esa gran persona, increíble, que fue Ernesto Cora e indirectamente me parece que también lo es a la banda, los músicos y a sus alumnos”.
Fabricó mas
de cien violines
“Vamos a hablar de nuestro querido compañero y entrañable amigo, Ernesto Cora, de su relevante trayectoria musical como ejecutante de tuba y contrabajo de la Banda Municipal y orquestas de tango y jazz, docente de la Escuela de Música enseñando trombón de vara, trompeta, bombardino, tuba y demás metales, con proyección nacional e internacional en su oficio de luthier fabricando más de cien violines de excelente calidad (luego añadiría Peralta que varios de ellos “están sonando hoy en orquestas sinfónicas en varias partes del mundo”). Nació en el barrio del puerto, en la calle Aduana (hoy Carlos Gardel) en el año 1912 y falleció el 9 de julio de 1987. De su padre heredó el amor a la música, pues su progenitor ejecutaba (de oído) la flauta, en su adolescencia cursó estudios de ebanista en la entonces Escuela Industrial que se fundara en 1921 y el haber aprendido este oficio le facilitó el conocimiento de las distintas calidades de la madera y cómo trabajarla, lo que le sería muy útil cuando surgió su vocación de luthier”.
Violines comparados
al stradivarius
Peralta citó del homenajeado que “para encauzar su amor por la música, Cora se inscribió en el Instituto Musical Paysandú, fundado en nuestra ciudad en 1873 por el gran maestro español don Bruno Goyeneche, a quien recordaba con mucha emoción porque fue quien le despertó el interés por el violín y su estética. A raíz de esa especie de ‘encantamiento’ que ejercía el violín sobre él y en forma completamente autodidacta comenzó a realizarlo en forma experimental, ayudado por su conocimiento de la madera. Más adelante en su evolución como luthier llevó a cabo investigaciones en lo concerniente a una buena calidad para sus violines en todos los registros y finalmente logró su objetivo, por lo que hasta hoy existen personas que los poseen, como el señor Giordano -presente en este recinto- fabricado en madera de grevilea. También los fabricó con madera de plátano, ambas como todos sabemos, autóctonas de nuestra zona. El Sodre tiene en su archivo una grabación del sonido del violín Cora, muy similar al de un Stradivariuss y en una ocasión que uno de sus violines -perteneciente al maestro Alberto Federico-.fuera reparado por un luthier del taller del Teatro Colón de Buenos Aires, se encontró en su anatomía medidas semejantes a las del Stradivarius”.
Lo que se lamenta es que “más allá de sus cincuenta años en el oficio de luthier no han quedado discípulos que prosiguieran con esta tan antigua y extraordinaria profesión”.
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